Hoy el día es gris en más de un sentido. Llueve y hace frío en el
norte y yo me siento por dentro del mismo modo. Siento que entre mi sol y mis
ojos hay niebla, nubes o humo, aún no lo sé.
No obstante, a
pesar de ello, hoy el café es un sitio bastante peculiar. Me encuentro en uno
de los mejores restaurantes de la villa de Santoña, el As de guía, y tal y como
en su nombre se deduce, todo lo que se puede degustar aquí es de una gran
calidad (todo es digno de la mejor carta de la baraja).
El sitio es
pequeño, sencillo, moderno y acogedor El trato recibido en el
siempre será amable. Cosa que se agradece en días malos como el de hoy. Desde
mi mesa, situada al lado de la gran cristalera frontal, puedo ver como la gente
se refugia de la lluvia, que no cesa ni un momento, bajo sus paraguas. También
veo como los vehículos rodean la glorieta siempre bajo la atenta
mirada del pescador.
Según un estudio, generalmente asociamos la lluvia, el frío y los
días grises a estados de ánimo apagados, nuestro sistema se entristece por
decirlo de alguna manera, pero, ¿y porque no estar contentos en días grises?
Creo recordar una cita que una vez me dijeron en referencia a los espartanos,
algo que decía: “Hoy llueve, me alegra eso pues eso hará que mañana mis campos
estén más verdes.” Es curioso ver su optimismo, pero la realidad es que así es.
Ciertamente y volviendo a este maravilloso lugar, me hace gracia
el nombre de este sitio, As de guía, el nudo marinero por excelencia, el que
nunca se deshace creo recordar y con el que me gustaría hacer una metáfora juntamente
con la cita espartana, ya que quizás estoy hoy aquí buscando precisamente
hacerme ese nudo que nunca se deshace, que siempre resiste, con el fin de que
cuando pase la tormenta, seguir aquí aguantando y poder ver mis campos mucho
mas verdes.
Siempre he pensado que la grandeza de los momentos no solo radica
en vivirlos intensamente y de la mejor manera posible, si no en saber siempre
sacar algo bueno de ese momento, aunque a veces no creamos poder hacerlo.
Qué curioso, me acabo de dar cuente de que tanto el día como el
lugar con el que me recreo, reflejen tal y como yo me siento, pues busco
respuestas a muchas preguntas entre las nubes que me impiden ver el sol, y
espero ansioso poder elegir una
dirección, para poder salir de esta encrucijada en la que me encuentro aunque
la niebla me impida ver el horizonte, y por ello llega esta carta, la sexta carta, una café gris
pero tirando a verde.
Porque aunque hoy el día este así, frío y apagado, seguro que
mañana saldrá el sol y podré ver los campos más verdes de lo que ayer lo estuvieron.
Además debemos aprender a ser paciente y esperar, pues los árboles
que plantaste ayer, ni hoy ni mañana te cubrirán de la lluvia y aunque ya haya
uno que lo haga, un solo árbol nunca formará un bosque. Si no que será el
tiempo y los días grises y los días de sol los que nos permitirán algún día
disfrutar de un buen paseo en ese maravilloso bosque, de color verde intenso en
verano y cobre y fuego en su máximo esplendor otoñal.
Será entonces cuando la vida nos parecerá maravillosa, será cuando
aprenderemos a entender que la belleza de vivir no solo está en pequeños
momentos fugaces de felicidad, sino que también está en descubrir y recorrer
cada uno de los senderos entre los árboles y aprender a ver que en cada una de
las arrugas de un tronco, estarán las huellas de cada crecimiento, de cada
aprendizaje, de cada paso hacia lo más alto.