lunes, 30 de diciembre de 2013

Desvariando con un piano y un acordeón

Oigo cadenas que se arrastran tras de mí, pero no estoy muerto. Siento el frio aliento del tiempo corriendo hacia mí y está cerca, pero yo corro también, aunque a veces no sepa bien hacia donde, aunque a veces no entienda el porqué.
Veo una película a todas horas, son las imágenes del pasado. Las veo a cámara rápida, sin sonido ni color, borrosas, antiguas, pero sonrío al sentir cada instantánea de nuevo. Por un momento el frío desaparece, las lágrimas brotan y tú estás de nuevo aquí, siento tu luz, siento tu cálido abrazo, un solo instante de inmensa felicidad y te vas, te alejas. Arranco, corro de nuevo, oigo gritos, llantos, allá donde miro solo muerte, solo dolor, tristeza noche, polvo y cenizas.
¿Dónde están los arboles que plantamos? ¿Dónde están las flores del jardín? ¿Donde están los verdes prados en los que nos besábamos por primera vez? y los pájaros que lo vieron ¿Donde anidan ya? ¿Dónde revolotean las mariposas? ¿Dónde está el paraíso que existió y de que solo quedan recuerdos desgastados? ¿Murieron o los mate?
Yo aún siento que quiero estar ahí, aún quiero explorar este maravilloso mundo irreal a tu lado, porque lo creamos juntos, lo creamos solo para nosotros, es el fruto de nuestras ilusiones, de nuestros sueños, era nuestro mundo.
En él, no cavia el mal, no existían los llantos, no había gritos ni existía nada capaz de oscurecer la luz, estábamos tu y yo, en nuestro mundo irreal, el que todos intentaban hallar, el que todos envidiaban y el que nadie entendía.
Las cadenas ya no están, puede que sea libre de nuevo, quizás sea el momento de salir en busca de otros sueños, de nuevas ilusiones, de nuevos edenes, pero esta vez, iré solo. Esta vez, todo será la mitad de paraíso, todo será la mitad de lo que podría haber sido, porque me faltaran tus ilusiones para poder hacerlas realidad, y faltará quien haga realidad las mías. Aún así, viviré en mi Edén, aprendiendo a soñar para mi, a ilusionarme en mi y a hacer de ellas mi propia realidad.
Pero solo, hasta que tu regreses, amor.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Vigésimo primera carta: un café con luz tenue...

Nada más ver las luces navideñas de los cristales de este café no dudo ni un segundo en cambiar mi rumbo y dirigirme apresuradamente a ver este nuevo lugar. Sin duda, si algo llama mi atención merece mi tiempo, y una vez dentro descubro que fue una excelente inversión.
Hago mi pedido, algo sencillo, un café con leche. En él, la amable camarera dedica unos segundo a decorarlo haciendo un simple dibujo en la espuma de la leche a modo de hoja, al verlo no puedo evitar una sonrisa y una mirada agradecida, que será intercambiada de una misma combinación de gestos.
Me siento.
El lugar no es especialmente sofisticado, pero como ya he dicho otras veces, la sencillez no tiene nada que envidiarle al diseño vanguardista. Desde dentro, puedo observar toda la calle, todo es cristal en lo referente a las dos paredes exteriores, está situado en la esquina de una callecita peatonal con Numancia, así que el tráfico de ésta tampoco afecta a su encanto. Los ventanales están decorados con esas especie de cortinas de luz tenue de navidad, adorno sencillo pero de extrema belleza.
Dentro las mesas son de madera vieja sin pulir, las sillas todas de hierro, de aspecto antiguo y con muestras de uso en el pasado. Las hay verde claro y las hay naranjas. Al fondo una mesa grande con la misma tonalidad de verde que las que le rodean. Detrás una estantería sencilla, donde bebidas, cajas y botes la llenan haciéndole ser una despensa a la vista. Me gusta, eso le da un toque más humano al local.
La luz del ambiente es tenue y tranquiliza, aunque lo que armoniza, calma el momento es sin duda es la música. Músicas de entre los 50 y los 60, pausadas de tempo y llenas de buen ritmo, que parecen suavizar y ralentizar todo.
Nada más entrar sabía que había una carta en este nuevo café, quizás por eso solo he puesto el azúcar y dado un único sorbito para notar un sabor suave y cremoso, antes de ponerme escribir. Voy a dar otro sorbo… mmmm
Una pareja se marcha, otra más joven entra, dos señoras me acompañan en la mesa situada a mi espalda y hablan en un tono suave, distendido, alegre. Para ellas, la misma comanda que la mía, para la pareja un café con leche y un zumo de naranja. Gente que entra y que sale, piden café, piden zumos y piden SándwiChez, y como creo que este lugar merece la pena tomárselo con calma y disfrutarlo, yo quiero disfrutarlo escribiendo un poco.
Bien sé que el silencio que mis manos atesoraban ha sido demasiado largo o quizás simplemente era que nada les había motivado para poder expresarse, para decir aquello que querían decir…, en cualquier caso, me gusta que haya sido aquí y me gusta sentir las emociones que estoy sintiendo en este café.
No dejo de sonreír, quizás por el lugar, el momento y el contexto que me rodea… y es que para mí es un contexto positivo, no lo sé. Quizás porque últimamente ha habido sorpresas y cambios en mi entorno que han ido haciéndome más feliz o quizás haya sido porque día a día las nuevas personas que conozco me van enseñando que la felicidad a veces es saber apreciar el tiempo. Que es este, el que determina nuestra verdadera felicidad. Que el tiempo es el que determina cuan felices somos, puesto que de nosotros dependerá siempre cuanto le queremos dedicar a lo negativo y cuanto le queremos dedicar a lo positivo. Quizás por ello yo siempre soy feliz con lo que hago porque dedico mi tiempo a aquello que creo positivo y eso hace que lo que hago sea lo que quiero hacer y no dudo en disfrutar con ello.

Más gente que entra, más cafés, zumos, y SanwiChez para todos. Más gente que quizás no haya tenido un buen día, que quizás haya sufrido alguna desgracia, pero gente que ahora, en el mismo instante en el que yo vivo este maravilloso momento, quieren regalarse un poco de paz y de tranquilidad y disfrutar de un poco de tiempo positivo para sonreír sencillamente porque sientan una verdadera felicidad.

martes, 8 de octubre de 2013

Vigésima carta: un café con fusión...

Mmm… Entreabro mi ojos, la cama parece no querer dejarme marchar, pero es que después de una noche muy corta o un día muy largo, hoy mi cuerpo sé que me pide carta.
Hoy mis manos querían escribir, me apetecía, de hecho tenía más o menos claro qué zonas podrían esconder y descubrir una carta del café, y sí, recorrí esas zonas… pero sin encontrarla. Así que, en vez de detener mi búsqueda, seguí caminando sin un rumbo fijo y…mejor os cuento mi viaje…
…Centro de Barcelona, día soleado. Inicio mi marcha, sé por dónde voy y sé hacia donde quiero ir, pero en vez de utilizar las vías más directas, utilizo las callecitas secundarias que sé que me llevarán al mismo destino, pero que del mismo modo, me podrán regalar con mayor posibilidad, lugares mágicos, lugares más especiales y llenos de ese misterio y esa tranquilidad única de los parajes más secretamente guardados. Es como cuando miramos un mapa de carreteras, yo creo que los entiendo basándome en esta simple idea, las autopistas siempre conectaran ciudades, las carreteras nacionales y secundarias harán lo pertinente con los pueblos, los caminos sin embargo, son la aventura de viajar, son los que nos llevarán a lugares que solo unos pocos nos aventuramos a descubrir.
Llego al MACBA, a su plaza llena de aire vanguardista y de su impoluta blanca presencia, voy siguiendo mis pasos y me acerco al mercado más famoso de esta ciudad, habiendo cruzado el patio del Instituto de Estudios Catalanes, un jardín lleno de mucho arte, mucho futuro y de miseria mal me pese. Oigo el barullo típico. Siempre es una tentación entrar a deleitarse con todo lo que hay en su interior, pero esta vez, venzo la tentación y sigo camino.
Casco antiguo, busco en cada plaza y en cada callecita, pero no encuentro esta carta. De nuevo, otro mercado, esta vez el nuevo mercado de Santa Caterina, y esta vez sí, esta vez entraré a ver qué me encuentro dentro… algo me dice que mi carta estará en un mercado, pero al parecer, no en este.
No puedo negar que soy un fan, un defensor y un enamorado de estos lugares. Para mí, no hay lugar más mágico en un pueblo o una ciudad que su mercado. Dentro de cada uno de ellos, el tiempo parece correr hacia atrás, todo lo que hay son sensaciones, todo es color, todo es luz.
Estamos a principios de octubre y al entrar lo primero que siento es ese olor tan característico que proviene de las paradas de fruta y verdura, ¡hay setas!, lo sé. El olor es denso, húmedo, a tierra y montaña, pero a la vez es agradable. Del mismo modo que siento esos aromas, me vienen sabores a la boca, el sabor a fruto seco del maravilloso “Boletus Edulis” o más conocidos como viriatos, el dulce de los rebozuelos y las senderuelas, veo los colores llamativos de los famosos níscalos, rojos y verdes en función de la variedad, las setas de cardo fácilmente encontradas todo el año, pero que no desentonan en medio de tanta variedad de emociones y sensaciones otoñales. Además de este espacio tan otoñal cargado de colores tierra, vemos los intensos amarillos, rojos, naranjas y verdes de las frutas y la verduras frescas.
Cambio de zona y llego al pescado, aquí todo es más frío, lleno de ese olor a sal de mar, aquí el color es blanco, gris, azul con toques de rojo y verde. Es como otra estación del año, es el invierno.
Paso a las carnes y los embutidos. Mayoritariamente el rojo y el blanco marcan tendencia, el olor es frío y de óxido, se nota frío, pero la sensación es cálida, tanto como si estuviéramos cocinando el producto en nuestros fogones y hornos, con su aderezo herbal lleno de aromas.
Ya queda poco, y aunque son pocas las paradas de especies, hierbas, conservas, salmueras y bacalaos, son de una intensidad increíble, de una enorme connotación sensorial que hacen en nuestra boca una fiesta de la salivación.
Como no sentir pues pasión por los mercados… en ellos se siente la mayor explosión de interacciones de todos nuestros sentidos, vista, oído, olfato, gusto y tacto.
No obstante, a pesar de haberme enamorado más si cabe de este modernizado espacio en Santa Caterina, y a pesar de haberme dedicado encarecidamente a encontrar esta carta, este regalo no era más que una señal.
Prosigo mi camino y me adentro en calles poco comunes en las rutas de Barcelona, llego a una pequeña ermita en la calle princesa, un singular espacio religioso de una enorme belleza, en cuyo interior se encuentran una pequeña figurilla y un lienzo que motivan al silencio y a la paz.
Entro en una de las calles más transitadas de la zona, en ellas dos museos permiten acercarse a la trayectoria de artistas de lo más vanguardistas en su época, no obstante me desvío. Algo me dice que va a pasar algo, ando lentamente, y tras cruzar una plaza, veo una pizarra que anuncia: “Mercat Princesa”.
¿Mercado princesa? ¡Mercado! No me suena ningún mercado por esas calles pero qué más dará, es un mercado. Me apresuro a averiguar de qué se trata y tras unos segundos de observación ahí estaba, la encontré, la vigésima carta del café.
El lugar tiene todo lo mágico de un mercado pero dentro de lo que sería un café o un lugar gastronómico, tal y como se define. Diferentes secciones claramente separadas por sus escaparates y sus productos, una zona donde el huevo tiene el protagonismo, en otra son los ibéricos y quesos los que mandan, al fondo, fideos, pastas, pescados y carnes, en medio el marisco vivo y el pescado crudo, acabando por los dulces y cafés cerca de la entrada. Es el mercado de la gastronomía y simplemente me encanta.
Todo se funde en uno, los contrastes están asegurados, cada uno con su similar rutina pero todos ofreciendo lo que los otros no ofrecen, una perfecta harmonía y simbiosis que todos expresan con una sonrisa amable.
La mesa, mi mesa, enfoca hacia la entrada y me permite además de ver quienes transitan la calle, el maravilloso centro de este espacio, el patio de luz del edificio. Por la arquitectura del lugar, esto deberían ser antaño las caballerizas. Arcos de media vuelta de piedra que van decidiendo el espacio de cada sección, pero que a su vez, amplían la grandeza del lugar permitiendo el acceso por todas las zonas. Tras de mí, una escalera de piedra que seguramente facilitaba el acceso a los señores de la casa a sus aposentos, y que, seguramente, en cada peldaño se grabaron con el tiempo millones de historias que nadie leerá. Sin ninguna duda, la magia y la sinergia del lugar, entre el pasado y el presente, es el elemento estrella y es lo que lo convierte en un gran espacio a visitar.
Por cómo está vivida esta carta, creo que su nombre debe hacer honor a la sinergia y sensaciones, palabras que para mí definen a los mercados y es por ello que es éste café, un café con fusión, fusión de olores, fusión de sabores, fusión de sensaciones, fusión del tiempo, fusión de los clásico con los moderno, y es que nadie me puede negar que nada es demasiado clásico para poder fusionarse con lo que muchos consideran excesivamente moderno, todo bien combinado, es sencillamente un éxito sensorial y emocional.

Aprovechemos pues lo que el pasado nos ofrece para fusionarlo con el futuro y creemos así la conexión entre lo que fue y lo que será, vivamos un presente mucho más especial, porque nuestro presente, siempre estará fusionando lo que un día fuimos, con lo que soñamos llegar a ser.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Desvariando con la carta secreta a la mar

Todo un verano, de nuevo, mirándote, observando tu brillo, tus sonrisas, sin duda, deslumbrándome contigo, como no iba a dedicarte estas palabras…, después de todo tú mantienes vivo aquello que me hace seguir adelante, tú alimentas los sueños y las esperanzas, tú guardas lo único de valor que me quedaba.
Quizás yo solo sea un soñador o simplemente un pirata lejos de su época, o un marinero en busca de las sirenas más hermosas del planeta, no lo sé, pero sé quién eres tú, mi amada, tú eres vida y muerte, eres sonrisa y llanto, eres frío y calor, eres placer y dolor, tú eres todo lo bueno y lo malo que quieras ser, y yo, solo un entregado más a tu voluntad.
Quizás en esta carta solo intente llamar la atención del reflejo de la luna llena en tu piel, o de los millones de destellos del sol que ciegan mis ojos frágiles, y aunque no crea conseguirlo, aunque no crea que esta carta consiga enamorarte, no pierdo más que la dulce sensación de saber que lo intenté, la dulce sensación de sonreír y saber qué lo que te entrego es algo tan limpio y sensato como lo que tú te mereces.
Hay quien compartirá este mismo sentimiento, hay quien quizás quiera envidiarme o envidiarte y posiblemente la mayoría tachen esta carta de locura, pero que es el amor si no, un estado de locura en el cual dejamos libres las emociones, un estado en el que nos olvidamos por completo de quien somos, de qué somos o de donde estamos, entre otras cosas, simplemente para conseguir el mayor de los tesoros, disfrutar de una sonrisa, limpia, sincera, dulce, transparente.
Yo ya no recuerdo cuantas lágrimas derrame en ti, ni cuantos dolores conseguiste arrancarme, cuanta felicidad me hiciste sentir, pero tengo claro que aunque jamás te tendré, jamás querría perderte, por ello en ti dejé la llave más importante, a ti te confié la llave que abrirá la cerradura aún por descubrir, la puerta secreta a donde nadie quiere entrar y que conduce a donde cada vez cuesta más llegar.
Confío en que tú sabrás a quién debes darle esa llave, pues solo con tu nombre verbalizado se conseguirá tal objeto. Guarda bien, el bien que te entrego.

Como siempre,
Tu enamorado.

lunes, 24 de junio de 2013

Décimo octava carta: un café con helado y balance...

Un año. Hoy hace exactamente un año que decidí, o mejor dicho empecé a perderme por nuevas sendas, con el objetivo de buscar en ellas aquello que creía no poder encontrar aquí.
Es curioso como a veces, los años nos parecen mucho tiempo y en otros casos, parece que fuera ayer. Yo a veces tengo la sensación de que hace un más que me marché de casa, sin embargo en otros momentos parece que fue algo hecho hace tanto... No podría definir esta etapa como corta o larga la verdad, lo que sí podría decir es que ha sido realmente intensa.
Durante este tiempo, podría decirse también, que he crecido más que en mis anteriores 27 años. He estado viendo, sintiendo, viviendo, visitando, aprendiendo, conociendo, explorando (y un sin fin de gerundios) tanto, que llevo un mes intentando hacer un balance, una reflexión, una síntesis de todo, pero me es completamente imposible. Solo puedo ir haciendo mini esquemas con unas mini conclusiones de cada uno de los estados y momentos por los que he ido pasando, eso sí, con un denominador común, siempre resultado positivo.
Hoy quisiera "dedicar" mi café, además de a todas las personas de mis recuerdos, en especial, a dos personas con las que compartí más de un momento en esta cadena de "fast food" a la que se le asocia siempre la imagen de un payaso con pinta de psicópata. Esta carta chicos, también es gracias a vosotros, que me enseñasteis tanto y estuvisteis dando luz a las noches  londinenses o mejor dicho watfordianas. Gracias!
Algunas de las cosas que he aprendido este año, las voy aplicando en mi nueva versión, mucho más actualizada y mejorada de lo que jamás estuve. Siempre sin ánimo de parecer un nuevo producto de telefonía o coche insignia de escuderías de la fórmula 1. No obstante, aún hay otras que no me veo capaz de incorporar, aunque espero que pronto vayan llegando, a medida que los secretos vayan saliendo y los miedos se vayan venciendo.
Algunas de esas cosas que he podido aprender son por ejemplo a revalorar las cosas que creía tener valoradas. Aprendí a estar solo aunque muchos no lo crean o sepan, entre los que me incluyo, y aprendí a enfrentarme a retos y miedos que jamás creí poder enfrentar ni superar.
Sorbo de café... mmm... cuantos recuerdos...
Entre esos recuerdos una playa con olas maravillosas, un monte lleno de faros, mucha gente buena y mucha buena gente, silencios llenos de lágrimas, horas sin dormir, siempre nueve horas, muchos olores, sabores y emociones de enorme intensidad, frío, calor, muchas risas, mucha felicidad, mucha mentira y mucho verdad, más frío, más calor, muchas partes de España, de Europa, del mundo, mucha soledad, y muy buenas compañías, muchos paseos y mucha cama, muchas horas vivas y muchas horas muertas, mucho mar y muchos saltos y botes, mucho por descubrir y mucho descubierto, muchos cambios, etc., pero sobretodo mucho de mí.
Al volver a leer el texto, parece que hablo de una vida entera, y es que así es, es la vida. Jamás me sentí tan vivo como me he sentido en este año que empezó el día 24 de Junio de 2012 y que hoy, día 24 de Junio de 2013, 365 días después, le hago balance y plasmo en papel, pero sin decir que acabe, porque a partir de hoy, quiero empezar una nueva etapa en mi y en mi vida.
Hasta ahora contuve una dinámica y un rol que se fue modificando dentro de unos límites establecidos, crecí en una jaula imaginaria, pero el mundo, el exterior me ha cambiado, me ha abierto los ojos, jamás creí en las fronteras y sin embargo siempre me las impuse inconscientemente a mí mismo. Por eso, creo que es el momento de acabar con los límites y las barreras, acabar con los miedos.
Hoy, y no ayer, quiero dar el salto que cambie todo, el salto que da miedo de verdad. Hoy es el día en el que me abro al mundo y a todo lo que hay en él. Así que quiero acabar esta carta con un...
Buenos días mundo, este café también es por ti.

miércoles, 12 de junio de 2013

Décimo séptima carta: una infusión con algo de nada...

Si normalmente estar en medio de la nada es algo que se asimila a estar perdido, es a veces en medio de la nada, donde menos perdidos estamos, pues a veces en medio de la nada es precisamente el lugar donde queremos estar.
Hoy esta carta tiene cierto aire a despedida, pero a la vez quizás sea, de nuevo, otro poco de aquel yo perdido y reencontrado.
Hoy me encuentro en medio de la nada, en algún punto entre las costas italianas, Sicilia y las costas tunecinas, pues es uno de los destinos de este último trayecto a bordo del Horizon. Me embarque hace un mes y parece que mi vida aquí no tiene más sentido ya, vine en busca de algo y con ganas de perderme, y lo conseguí.
El lugar donde me encuentro no es para nada especial, es un comedor de lo más sencillo y aburrido, me acompaña una simple infusión, pero que como todas las que me he podido tomar aquí, muy llena de historias, de pensamientos, de secretos, de maravillosas conversas y de fabulosas lecciones de personas por las que siento grandiosa admiración, aunque ellos no lo sepan aún.
En especial siento un gran aprecio por dos personas que me han enseñado muchísimo, me han demostrado muchísimo y aunque no lo crean, por las que siempre sentiré un respeto increíble. Ninguno de los dos llega a los 25, pero aunque a veces no lo parezca, interiormente son personas mucho más grandes de lo que jamás serán muchos de los que se dan de grandes, reconocidos o ilustres. Por ello, espero que jamás pierdan esa esencia que les hace diferentes, aunque estoy completamente seguro que jamás dejarán de ser ellos, y si en algún momento debieran hacerlo, espero sepan valorar si merece la pena o no. Aún les queda mucha vida por andar y les deseo un feliz y agradable camino a ambos.
Volviendo a mi infusión, le daré un sorbo y a ver qué es lo que me dice.
Durante este mes aquí, mis días han transcurrido en lugares de lo más variopintos, he podido ver ciudades maravillosas, otras que ya conocía, pero que aseguro no había disfrutado tanto debido a que quizás no las supe valorar como debía hacerlo, no obstante, durante mis noches, siempre intenté conectar con aquello que siempre he tenido y que dejé olvidado, conmigo mismo.
Cada noche, buscaba entre estrellas y destellos donde estaría mi puerto, mi norte, o simplemente la tierra que tanto anhelo encontrar de nuevo. Cada día me maravillaba con la belleza de los atardeceres y con la inmensidad de la oscuridad, rota solo por algunos faros lejanos. Jamás me sentí tan cerca de la nada, como aquí me he sentido, y jamás me he sentido tan en mí como aquí me siento, aunque parezca una locura.

Me despido ya de esta infusión y de este viaje, pero sabiendo que no es el final del camino, sabiendo que es ahora cuando debo volver a partir hacia un nuevo rumbo.

viernes, 7 de junio de 2013

Décimo sexta carta: un café breve pero con onda...

Hace tiempo las palabras con las que definí esta isla en la que hoy me encuentro eran, que no me volverían a ver de nuevo aquí. Cosas del destino, años después, de nuevo aquí me encuentro.  No debemos decir, de esta agua nunca beberé, ya que parece que controlar ciertas cosas es algo imposible.
Me encuentro en Ibiza, recordando un pasado demasiado bueno, viviendo un presente totalmente impredecible e interesante y preparando un futuro prometedor. Hoy mis palabras se encuentran en Ca l’Aguirre, donde me he decidido a dedicarme mi café, y a ver y leer mi propia historia. Lo necesitaba, la verdad.
Rebuscando entre mis recuerdos, entre muchas sonrisas y algunas carcajadas, encuentro una afirmación que nos llegó en aquella anterior visita. En ella se afirmaba que esta isla era mágica, se afirmaba que esta isla tenía alguna conexión cósmica, algún magnetismo, una especia de onda, y que solo se podía sentir en estos lares.
La verdad es que no sé si fue el momento ni el lugar de escuchar dicha afirmación, las risas fueron bastante evidentes al respecto, pero hoy, me planteo de nuevo la afirmación, debo reconocer que ha sido poner un pie en esta tierra y sentir un cambio en cómo se ven los colores del mundo. De tonos grises, negros y blancos pasé a toda una gama de color, más que amplia y con mas luz y brillo de lo normal.
Quizás sea cierto que todo es magia y que si te dejas llevar por el corazón y por la ilusión, todo se ve de otro modo.
Yo como viene siendo de costumbre, no tengo mucho tiempo para poder dedicarme, ni dedicarle a mis tan queridas ya, cartas del café, pero si podéis, dedicaros una horita a rellenar huecos en vuestras historias, a leer y releer para escribir y reescribir aquello que creíais conocer, y luego dedicaros a ver esa misma historia que tantas veces visteis, pero añadiendo las nuevas escenas y capítulos. Recrear y recrearos, inventad y reinventaros, destruir lo construido y reconstruirlo.

Como siempre digo, solo podemos reencontrarnos tras habernos perdido. Y yo vuelvo a estar aquí. Ahora, me toca de nuevo partir. Nos vemos en los cafés del camino.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Décimo quinta carta: un café con aires de cambio...

No son más de las seis y veinte de la mañana, llevo más de dos horas despierto y mi nueva vida asoma ya por el horizonte, nunca mejor dicho. Me encuentro en el gran aeropuerto de Heathrow, en Londres, camino de Marsella. Lugar donde me espera la que será mi casa los próximos nueve meses.
Después de mover y remover, colocar y recolocar las pertenencias para poder pasar los controles de seguridad, algo llamó mi atención, algo me hizo sacar papel y bolígrafo y empezar a leer.
Me voy a dedicar un último placer en libras en el “The Tin Groose” en compañía de otra portuguesa de mismo nombre que en mi anterior carta, pero con diferente atención a su teléfono, quizás por la hora, quizás no.
Un plato de fruta con yogur, croissant con jamón y queso y un expreso para ella. Para mí, capuchino, que por lo que creo intuir, será una maravillosa película que contar, un croissant pero solo con jamón, un plato de frutas y un zumo natural de naranja. Un desayuno completo para empezar a andar este nuevo camino.
Curiosamente, a pesar de las diferencias, ambos necesitamos energías para este cambio de vida que vivimos, pues ambos caminaremos juntos por motivos parecidos, objetivos relacionados y sinérgicos, y con la confianza de saber que por lo menos, alguien habrá en los malos momentos en los que el camino muestre su cara más cruel y dura.
Si levanto mis ojos, un maravilloso amanecer parece querer pintar de colores el lugar para hacerlo casi perfecto. Todo está decorado con muebles antiguos con telas desgastadas, tonos marrones, verdes, cuadros y rallas. En cada mesa un antiguo libro quiere ofrecer servicio a quienes lo necesiten. El lugar está lleno de todas partes y vacío de cualquier lugar, el silencio de la gente deja paso al hilo musical, que desde luego es el más adecuado y todo entra en un estado de paz increíble. Creo que no podría empezar mejor no solo el día de hoy, si no, esta nueva aventura que empiezo, pues me voy a recorrer los mares una buena temporada. Siempre creí en mi conexión con el mar, pero jamás pensé que llegaría a vivir surcándolo.
En esta carta, creo que no dedicaré palabras hacia quien aquí se encuentra, todos parecen querer salir de una vida para entrar en otra en algún otro lugar, bien por unos días, bien por toda una vida… Parece que todos estamos aquí porque necesitamos alejarnos de algo o porque necesitamos regresar. Yo me alejé de mi mismo y ahora debo acercarme como nunca lo hice.
Curiosamente, el mar y yo siempre tuvimos una conexión especial, algo mágico, y como últimamente me dijeron, debo creer de nuevo en esa magia que siempre está para sorprendernos, y debo creer que el mar será algo especial para mí, será mi magia, como en el pasado ya lo fue. Debo buscar aquello que perdí, aquello que realmente necesito, porque el verdadero motor de todo, el verdadero sino de la vida, es aquello que más adentro llevamos. Jamás dejéis de buscaros, jamás dejéis de sorprenderos y sobretodo jamás dejéis de creer en aquello que os parezca mágico, en aquello que sean vuestras ilusiones, en vuestros sueños, porque aunque os digan que nunca se cumplen, aunque os digan que eso no existe, a veces la magia, la ilusión o los sueños pueden hacernos ver la realidad con otros ojos, e incluso a veces, pueden hacerse realidad.

jueves, 25 de abril de 2013

Décimocuarta carta: un café con costa y sin mares...

Llevo ya casi dos semanas en tierras inglesas, y el frío, a veces demasiado intenso, hace de mi primavera un largo invierno. A pesar de ello, me voy aclimatando poco a poco a este continuo gris que casi siempre me rodea.
Hoy no me encuentro en ningún café especial, si lo comparo con los lugares que normalmente regento, aunque tampoco es un sitio aburrido o desaliñado. De éste, si algo me llama la atención, es sin duda su nombre, gracias al cual me acuerdo de mis raíces, y como no, me hace creer, más si cabe, que siempre en la costa o en Costa, podré encontrar buenos momentos, y disfrutar de mis propios pensamientos.
No son más de las siete y media de la tarde y el lugar está bastante vacío, ya que aquí al parecer a estas horas son horas de estar en casa. No obstante, aún se pueden ver algunos empresarios haciendo horas extras con sus ordenadores, alguien que escribe, alguien que mira el boceto de algo que no puedo ni siquiera imaginar. Cerca de mí, Portugal ocupa un teléfono que no deja de sonar, y debo reconocer que me gusta el acento portugués, me acerca a mi lengua materna.
Un poco mas allí, un hombre busca y rebusca en un catalogo de vehículos de segunda mano, quizás un clásico deportivo inglés para restaurar, quizás un vehículo para trabajo, no lo sé, pero seguro que en cualquier caso, la decisión será tomada con conciencia, pues es así como se dedica minutos y minutos a leer y releer y mirar y remirar cada una de las interesantes opciones. Al fondo una pareja parece disfrutar del tiempo libre del que se dispone, aunque yo, últimamente no lo tenga.
Estos días, mis horas se han hecho eternas y sin duda alguna, todo aquello que antes me hacía fuerte, parece esconderse, pero perder fuerza, cansarse e incluso desvanecerse a veces es parte del viaje y hay que saber sufrir los males del camino cuando se anda, y la verdad es que no me arrepiento para nada de lo ya andado y pase lo que pase seguiré andando, seguiré peleando, seguiré en definitiva, viviendo.
Hoy, después de días sin tiempo ni siquiera para poder reflexionar, me paro a recordar algo que escribí en otra carta, y es que cuando estés perdido, no te agobies, no te preocupes, entra en un bar, pide un café y espera a ver qué pasa. Yo debo reconocer que llevaba ya días perdido, pero no podía dedicarme minutos a mí, pero hoy parece que vuelvo a sonreír, vuelvo a ser un yo que tenía algo olvidado y ya lo echaba de menos, y curiosamente hoy volví a sentarme a leer un café.
Como ya he dicho, muy duros fueron los momentos en los que me he ido encontrando, pero a pesar de ello, he podido aprender grandes lecciones, sobretodo en mis numerosos encuentros con diferentes partes de un mundo que cada día me asombra y me fascina más, ahora, me gustaría regalaros una de las mejores frases que he oído, y estaré siempre agradecido de la persona que me la dijo, por darme energía cuando lo necesitaba, por animarme y apoyarme, por creer en mí cuando yo no creía, por hacerme orgulloso de decir que le conozco y por poder decir que aprendí de él, gracias W. Z.
“Mi éxito o mi fracaso están determinados solo por mí”
Y es totalmente cierto que solo nosotros nos determinamos el resultado logrado. Para despedirme, me gustaría exponer cual es para mí el significado de fracaso. Fracaso no es no conseguir llegar a donde quieres, fracaso no es no poder afrontar el reto, fracaso es no querer intentarlo, fracaso en la vida jamás será la muerte, fracaso en la vida siempre será no haber vivido. Vivid y sed siempre vuestra mejor versión, jamás dejéis de andar aunque las piedras hagan daño en vuestros pies y sobre todo, de tanto en tanto, dedicaros un tiempo a recordad el camino andado, porque todo ese trayecto es sin duda vuestro éxito hasta hoy.

domingo, 31 de marzo de 2013

Décimotercera carta: un café sin Simon ni apps...

La verdad es que es curioso como en el devenir de las últimas semanas, mi vida se ha ido configurando entre billetes exprés, pasos que aún no se a donde me llevaran, emails en inglés y un continuo cambio emocional, el cual pasa día a día por cada uno de los estadios en los que me podría encontrar en situaciones de lo más variopintas.
Hace dos días llegue a Londres Luton en un avión que tanto a un famoso profesor de canto de cierto “reality”, su amigo, ambos músicos y productores, pero sobretodo, personas muy lejos de los aires de fama de los que tanto presumen otros, y junto con algunas otras personas que nos encontrábamos entre el pasaje, entre los que me incluyo, parecía un bus del colegio cargado de hormonas revolucionadas creando reacciones similares a lo que ocurre al mezclar ciertos caramelos blancos redondos y de sabor mentolado con cierta bebida carbonatada de color negro y etiqueta roja. En mi época los créditos de síntesis eran algo más económicos, cercano y aburrido la verdad.
Mi llegada al reino unido fue más suave de lo que me esperaba. Por los comentarios recibidos, yo me prepare para enfrentarme a un temporal antártico, ya que, según dicen, los ingleses no suelen ser ni amables, ni cálidos. Por el momento y desde un pasotismo no fuera de lo que ya estoy acostumbrado en Barcelona no veo signos de ventisca, alguna que otra nube pero nada más. Creo que por el momento esto será fácil de soportar.
Mi estancia los dos días siguientes se mantuvo entre Rusia, Chile, Italia, Portugal, California, Australia y el norte de Reino Unido. Supongo que esto no se entenderá, pero es debido a que me he encontrado en una residencia con gente de diferentes ámbitos y diferentes procedencias y la verdad es que a veces no sabía bien de donde eran cada uno. No obstante, todos y cada uno de ellos, un gran descubrimiento.
En teoría debería de decir que hoy me despido por unos días de este país, pero como me quedé sin batería, hoy estoy escribiendo esto desde Barcelona ya, no obstante me centraré todo lo posible y lo imposible por llevaros a mi viaje de vuelta desde Gatwick Airport y el Garfunkel's.
Después de despertarme a las 5 de la mañana en una mañana extrañamente soleada en Inglaterra, me arranco una sonrisa y me enfrento al que sería mi primer primer día en mi nueva etapa, y digo primer primer día, porque creí que iba a ser el único primer día, pero resulta que no. Horas más tarde, una revisión médica, una reunión y un bus, de nuevo me encuentro rehaciendo mi maleta y buscando vuelos con destino Barcelona.
La verdad, tampoco ha sido para tanto...
Un tren, un metro, otro tren algo mas ruinoso esta vez, seguido de una lanzadera que parece sacada del mundo del cine, al fin Gatwick Airport terminal Norte. Son cerca de las tres y tengo un hambre considerable, así que paso el control y busco aquello por lo que merece la pena pagar algo más de diez libras. Veo el Garfunkel's, pienso en donde estará Simon, y me decido por un plato de maravilloso y crujiente "Fish & chips" con un poco de puré de guisantes y salsa tártara. Como siempre que lo he pedido. Un acierto.
Mientras espero, veo a través de una enorme cristalera las pistas por las que los diferentes aviones van circulando sin parar. Ya llega mi comida y con ella un matrimonio, una niña y dos niños se sientan en una mesa cercana.
Yo como siempre al ver la curiosidad de uno de los niños entablo conversa con lo que muchos clasificarían de muecas, carantoñas o incluso hacer el tonto, pero que para mí es comunicación de los más sofisticada e inteligente, y si no es así, ¿que es el PNL?, ¿la comunicación no verbal?, etc...
Curiosamente no dejo de ver cómo tanto padres como hijos, familia en definitiva, se comporta como tal. Y aunque no lo entienda mucha gente, me sorprende y me agrada ver que existen aún familias que mantienen conversas con sus hijos, que se dedican a ellos y que buscan desarrollar vínculos reales. Al menos así entiendo yo lo que veía.
Para mi sorpresa son españoles y adorables, así que les invité a tomarse una lectura cuando llegaran a casa.
Unas horas más tarde, para hacer tiempo, me detengo en una de las cafeterías de moda entre los amantes de Apple y las SH. De nuevo admiro la cristalera enorme, una maravillosa vista.
De repente mis oídos vuelven a escuchar palabras conocidas, esta vez dichas en catalán. Una mujer con sus dos hijas regresan de un fin de semana, imagino que de compras.
Las tres con más aires que la capital de Argentina y con muy poco o nada de buenos, se sientan juntas pero no hablan, de hecho ni siquiera se miran. De tanto en tanto, una de ellas levanta la vista de sus quehaceres digitales para mirar a ver quien las mira. Tres proyectos de un borrón, que se sienten estrellas en una galaxia inexistente, o que quizás esperan hallar vida inteligente donde no la hay.
Sé que las comparaciones son odiosas, pero no puedo evitar sentirme maravillado con mi encuentro murciano, y sentirme avergonzado por lo demás. Al subirme al avión, mas casos con mismo patrón pero diferente barco. Así jamás llegaremos a buen puerto...
Durante años he trabajado con niños y con personas, y si algo he aprendido de cada uno de ellos es que la comunicación siempre es algo esencial, todo el mundo necesita ser escuchado, necesita que le demos la importancia merecida y que les enseñemos que es importante comunicarse con un mundo cada día mas expandido, mas grande y a la vez más necesitado de comunicación, empatía y unión. De qué sirve dar herramientas para el uso de las famosas TIC, si no saben relacionarse con su entorno sin una “app” de por medio.
Por suerte, el mundo esta empezando a reaccionar en este tema y espero que pronto esas semillas empiecen a brotar y dar buenos frutos.
Mientras tanto, gracias a los que aún prefieren escuchar una carcajada, sentir un abrazo o una mirada llena de vida y de mensajes, antes que un emoticono o simplemente un copia y pega de lo que otros en su día supieron decir.

sábado, 16 de marzo de 2013

Duodécima carta: un café "Rouge"...

Si bien, la vida nos regala, en ocasiones, grandes momentos de felicidad rodeados de aquellas personas que nos hacen sentir especiales, permitiéndonos sentir una gran sensación gratificante. No obstante, a veces esa felicidad también la encontramos en algún punto concreto de este maravilloso mundo.
Voy de camino a casa. Música positiva, sol y mis ojos siempre vigilantes, uno mirando mis pasos, el otro mirando mi corazón. Pero de pronto, algo llama mi atención, y quizás por juegos del azar, caprichos del destino o simplemente por no disponer de tarjeta de transporte, no haber encontrado en mi camino ninguna bicicleta pública en las estaciones y gracias a la sincronización de los semáforos, me hayo aquí.
Es maravilloso sentir que algo, por alguna razón, llama la atención de nuestros sentidos y nos brinda la oportunidad de descubrir otro mundo paralelo a esta ciudad que de tanto en tanto, incluso me fascina. En este caso, es la sencillez y la belleza de la madera rustica lo que detiene mi marcha. Observo desde fuera durante unos segundos, y sin saber porque, medio minuto más tarde tengo un café esperándome.
Soy sincero cuando digo que las cartas del café salen de invitaciones de los lugares donde se escriben, pero es cierto que en muchas ocasiones, no es que sean escritas el día que veo el lugar, si no que al ver la magia de un punto, acuerdo una cita para escribir la próxima carta, pero en el caso de hoy, tal y como ha ocurrido con algún otro lugar generalmente especial, no puedo irme. Me ha enamorado.
El lugar es mágico y sé que lo tendré en mi lista de lugares a los que deseo volver en breve y eso que prácticamente me acabo de sentar, de hecho, espero que este café se convierta, como dice su nombre, en "le pain quotidien" de mis semanas.
Al entrar, todo es madera de aire rústico con un color cálido. Una vitrina muestra la variedad de productos de los que disponen y con los que las papilas empiezan a hacer de las suyas. Lo tengo claro, un café con leche para empezar.
Me siento y todo es paz. Suena música clásica de fondo, la cual, parece que quiera abrazar nuestros problemas, hasta dejarlos dormidos haciéndonos sentir libres. Todo parece dulce, agradable y fresco, y aunque es difícil sorprender a alguien con un café con leche, aquí desde luego lo han conseguido, de hecho, me parece maravilloso que el café me lo pongan en un tazón de color rojo intenso, que además, en mi caso, me recuerda aquellos desayunos que se hacia mi abuelo, las sopas de leche las llamaba. Que maravilloso.
Es como si el café fuera una máquina del tiempo que, en mi caso, me lleva a algún pequeño pueblo de la Francia tradicional y rural... Aún recuerdo cuando fui por vez primera a ese país... El silencio, la tranquilidad y la limpieza impregnaba las calles...
Ahora si lo puedo afirmar, este lugar habla. En su interior, todo emana calma, la verdad es que uno no puede dejar de sentirse bien aquí, a pesar del continuo vaivén de la gente, el silencio y la tranquilidad no dejan de estar presentes, y es que para comunicar, no nos hacen falta palabras, para comunicar solo necesitamos transmitir, y de hecho todo nos transmite, constantemente sentimos emociones que nos harán sentir a gusto o no, y no hará falta palabra alguna.
Me acabo de fijar en una pareja de turistas que a pesar de no entender lo que dicen, amablemente se han ofrecido a aconsejarme, qué debo tomar la próxima vez que venga. Comen un gofre belga, cubierto de trozos de fruta fresca y que solo por su aspecto debe de ser algo delicioso en el paladar. Ya estoy deseando volver a por uno.
Estoy seguro que para cualquiera que venga, sentirse feliz no será nada difícil, todo lo que transmite es harmoniosamente bello y tranquilo, invita al ruido, a la tensión, al estrés a quedarse fuera, para que podamos regalarnos unos minutos, o en el caso de que dispongas de más tiempo, unas horas, de una sensación increíble y un café orgánico con sueños de máquina del tiempo.
Yo por desgracia debo despedirme ya de este precioso lugar que Barcelona me regaló, no sin antes devolverle una sonrisa a modo de gracias y un deseado hasta pronto a modo de despedida.
Hasta pronto...

domingo, 24 de febrero de 2013

Undécima carta: un café con teína y flow...

Hoy el día es curioso, creo que por primera vez voy a escribir una carta del café en un restaurante y no solo eso, tal y como se puede deducir en el nombre en vez de café en esta carta veré que me cuenta un té.
La verdad es que llevo tiempo sin dedicar unos minutos de mis días a escuchar lo que me dicen los cafés que me tomo a lo largo de la semana y eso creo que me ha llevado a estas semanas tan modulantes, emocionalmente hablando y en las que creo que me he ido dejando interesantes reflexiones allí por donde he pasado. Así que creo que es necesario dedicarle unos minutos a este té y ver que me cuenta...
El sitio donde me encuentro es para mí un restaurante mágico, a pesar de pertenecer a una cadena de restaurante, cosa que normalmente no se asocia a calidad, normalmente, no siempre.
En este caso concreto, reconozco que todo tiene algo, todo tiene como casi nos podría decir su nombre un don, que convierte unos simples fideos, unas verduras en tempura y un postre de banana y chocolate en algo completamente único. Me asombra la sencillez que se desprende por todas partes, aportando un aire cosmopolita no solo por la cantidad de personas de diferentes etnias y entornos que en él se suele encontrar, sino también por el hecho de que no hay separación entre comensales en la mayoría de ocasiones, ofreciendo en algunos casos la oportunidad de establecer nuevas relaciones.
En una frase, yo lo presentaría como la definición perfecta de cosmopolita.
Siempre que puedo me gusta destacar las historias que se pueden ver en los lugares donde leo mis tazas, en este caso de té, pero aquí sería imposible solo escribir una carta con tantas historias, ya que, del mismo modo que en una parada de metro de una gran ciudad, la gente va y viene a velocidad de vértigo.
No obstante sí quiero destacar un aspecto que creo que es diferenciador de este punto en las glorias de Barcelona, y es el gran optimismo y tranquilidad que transmiten sus empleados, creo que en pocos restaurantes he podido sentir un clima tranquilo y positivo a pesar de estar abarrotado.
Voy a dar un sorbo al té bombón naranja que me han traído y a ver qué descubro en su aroma y su sabor...
En los últimos días es curioso como hay una palabra que me han dicho con extraña asiduidad, "flow". Y parece que haya cambiado de tema, pero soy sincero cundo digo que no sé porque pero en este sitio las cosas parece que fluyen sin esfuerzo. Porque, ¿de qué hablamos cuando hablamos de fluir?
Según me comentó una entendida en el tema, aquello que provoca flow es algo que fluye y que nos aporta un estado de paz, de felicidad, a pesar de requerir un esfuerzo, pero al sentirnos tan bien, al sentirnos fluyendo, dejamos de lado el esfuerzo que nos supone aquello que nos hace fluir.
Si este flow lo encontramos en todos los aspectos de nuestra vida, cosa nada fácil, pero no imposible, entonces quizás encontremos que nuestra felicidad fluye con mayor fluidez. Cuanto fluir...
Y como a principio de esta carta ya he dicho, esta semana me he ido dejando reflexiones por el camino, quiero regalaros una que si os planteáis aunque sean solo unos minutos puede que descubráis algo muy bueno, y es que el único sentido en que avanza y fluye la felicidad es de adentro hacia afuera, nunca a la inversa, aunque todavía exista una gran creencia de lo contrario. La felicidad siempre fluye de adentro hacia afuera porque solo tú puedes sentir el flow de tu propia vida y será así como poco a poco irás sintiendo pequeños instantes donde las emociones positivas te vayan alegrando los días y donde la luz salga de ti para aportar luz a los demás. Así que, fluye, se feliz y si puedes regálate un café y una carta...

lunes, 11 de febrero de 2013

Décima carta: un café y un toque de Alabama...

La verdad es que este sitio en el que hoy me encuentro. me encanta precisamente por ser tan diferente a lo que nadie entendería como un lugar donde un café o una infusión pueda contar una historia.
Estoy en mi norte, en mi Cantabria querida, aunque seguramente no esté ahí en el momento en que se publique esta carta, y estoy sentado tomando un excelente café en un bar de lo más atípico para tal fin.
Para empezar, su nombre el cual, a pesar de conocer su significado, parece sacado de un submarino o de una marca de caviar ruso, SHAKTALE. Desde luego, le pegaría a cualquiera de las dos opciones.
Dentro, música rock en todas sus espléndidas variantes, futbolín y dardos y cinco sofás color naranja de extrema comodidad. Algo un poco atípico tratándose del tipo de bar que es, pero..., ¿qué lo es?
Por desgracia para nosotros, para el ser humano, es difícil eliminar todas las etiquetas que desde pequeños nos enseñan a ir colocando a aquello que es ajeno a nuestra manera de entender la vida o de ver o hacer las cosas. Tendemos a marcar las características de un determinado grupo y asociarlas entre ellas ya que nuestro cerebro luego tardará menos en procesar la información (aunque no lo creáis, es muy vago). Pero este maravilloso sistema de clasificación, en muchas ocasiones, puede no permitirnos disfrutar plenamente de aquella persona, lugar o cosa que hayamos etiquetado e incluso en algunos caso, no nos permitirá descubrir el tesoro que podría albergarse en su interior.
Por ejemplo, este lugar, un bar "rockero", asociado siempre a melenudos, cerveceros, borrachos, gandules, inmaduros, desaliñados, maleducados, etc... ¿y todo porque? ¿por qué defienden una indumentaria? ¿Por qué no son como el resto? ¿Porque tienen un criterio propio que les diferencia? ¿Por qué no escuchan música, más bien ruido?
Esos criterios de clasificación no tienen ni pies ni cabeza.
Yo pienso que se puede aprender y mucho del mundo que nos rodea y es diferente de nosotros, si somos capaces de verlo todo sin etiquetas, sin marcar o encasillar a la gente cuál animales. ¿acaso somos ganado? Si es así, prefiero los animales salvajes.
Es cierto que a pesar de los miles de similitudes que a tenemos con el mundo que nos rodea, existen también millones de combinaciones posibles y evidentemente no siempre vamos a ser idénticos, nunca estaremos de acuerdo en todo, y en eso sí tenemos que estar todos de acuerdo. Pero lo que yo planteo es, ¿por qué solo disfrutar de los pocos grupos con los que me siento afín? ¿por qué no abrirnos a el resto de grupos, etnias, tribus, etc...?
Seamos por una vez capaces de crear una similitud que pueda ser universal, acabemos con las etiquetas. Yo creo que por ser banquero, albañil o presidente, no hacen falta ni etiquetas ni darse aires, ni aparentar nada que no se es. Abramos los ojos y veamos el mundo tal cual es, no porque tenga el pelo largo y vaya de negro tiene que ser un individuo raro o deba excluirlo de mi lista de personas gratas. De hecho, puede que en su interior haya un diamante y jamás podrás apreciarlo si te niegas a descubrirlo, y será entonces, cuando tú te pongas la etiqueta de ser un ignorante, de ser el que no quiere aprender. 

sábado, 26 de enero de 2013

Desvariando con una Matrioska

Un café, una libreta, buen ambiente y mientras estoy escribiendo una de las cartas del café, de repente un chico de nombre ruso, con una caja llena de objetos de madera, se acerca.
Por lo que me cuenta, recorre la ciudad ofreciendo objetos de madera, realizados por él de manera artesanal con el objetivo de becar así sus estudios en Barcelona. Desde luego, empeño y coraje le pone.
Dentro de la caja, diferentes pulseras con cuentas de colores, llaveros de diversas formas, pipas de fumar de madera (que digo yo que no arderán), y... ¿qué es eso? algo llama muchísimo mi atención creyendo que sé de qué se trata, y efectivamente, es lo que yo pensaba, una maravillosa Matrioska. Me encanta.
Creo que la Matrioska es algo tan curioso como simple, pero a la vez, algo tan bello y que se podría utilizar para enseñar y aprender mucho si miramos el objeto no solo como lo que nos han dicho que es.
De hecho, es en honor a la Matrioska que me gustaría proponer un pequeño juego en este desvarío. Haciendo una llamada a la creatividad de la gente, me encantaría  poder reunir tantas ideas o interpretaciones de conceptos, lecciones, creencias o cualquier otra cosa que se os ocurra, entorno a como se puede ver o usar la Matrioska o su concepto.
Para poder participar en el juego, podéis usar el blog o bien el twitter poniendo @CarlosCasquet seguido de: La Matrioska como...; luego poned si queréis el enlace del desvarío, así otros podrán participar también. Lo que quisiera demostrar con ello, es que hay tantos puntos de vista como personas observen, y me encantaría que la gente no se limitara a únicamente escribir una sola visión, todas las visiones son válidas. Así que animaros, y demostrad que la creatividad está en todas las personas, y que la imaginación y las ganas de jugar que teníamos de niños, aun están en nosotros.
Yo os pondré algunas de mis interpretaciones:
- La Matrioska como una cebolla. Llena de capas.
- La Matrioska como una persona llena de miedos y tabúes.
- La Matrioska como el crecimiento y desarrollo hacia el interior.
- La Matrioska como un secreto bien guardado.
- La Matrioska como una oportunidad para desarrollar vuestra creatividad.
- La Matrioska como...

jueves, 10 de enero de 2013

Novena carta: un café con realeza y realidad...

Ya han pasado los reyes y me encuentro en el norte. Mi café hoy está algo pensativo, pero aún así, siempre con ganas de contarme alguna historia.
Me encuentro en un lugar curioso, una bonita taberna con mucha madera y algo más que un nombre propio de los tréboles. Y es que el que fue Rey de Munstar y Rey Supremo de Irlanda es a quien se honra, Brian Boru.
Muchos estarán ahora haciendo balance de sus regalos, otros seguramente, luciendo y presumiendo de ellos. Sin embargo, son épocas de rebajas y muy seguramente habrán muchos que removerán los restos de las tiendas, como si no hubiera un mañana, como si el mundo llegara a su fin, esperando encontrar aquella oferta que sea únicamente un regalo psicológico con el fin de calmar su decepción navideña, o quizás simplemente por el hecho de modificar todo el vestuario ya anticuado y tan usado que ni los mejores suavizantes son capaces de volver a dejarlos en un estado decente. En cualquier caso, me apiado de vosotros.
Y es que aunque enero siempre sea un mes duro debido a los desajustes en las cuentas bancarias, seguimos viendo el consumismo que se nos inculca socialmente, seguimos creyendo que la felicidad está expuesta en un escaparate, sin ver que en el fondo, en ese escaparate solo están las cortinas de humo y las vendas con las que no vemos la realidad. Solo estarán las joyas de la corona que nos querremos poner, a fin de poder, con ellas, entremezclarnos con una falsa realeza.
Pero, en el día a día, ¿qué merecemos de esa realeza? ¿en que nos basamos para juzgar la categoría o posición social que nos coloque más arriba o más abajo en un mundo lleno de reinos sin conciencia?
Si miramos atrás, antiguamente siempre se valoraban a los grandes reyes por su coraje, su honor, su valía, por la verdad, la bondad. Todo estos valores eran los que verdaderamente hacían que un pueblo llamase a su rey, un grande. Pero todo ello queda ya muy distante de nuestra era, el tiempo, poco a poco, dio el poder a otros valores como la codicia, la ambición, la ansiedad, la superioridad y ahora todos quieren ejercer su derecho a corona sin siquiera tener un reino donde poder gobernar, sin siquiera saber hacia donde deberían guiar su trono. De este modo, día a día, una gran masa sin líderes de calidad, cae poco a poco en un pozo sin fondo.
Es cierto que la vida, tu vida es un largo camino que debes recorrer, y que en ese camino, cada uno de los pasos que des cuenta, porque con cada paso, en cada lugar que pises, puede que si demuestras ser una gran persona, si demuestras ser merecedor de ser un grande, los que se vean beneficiados por tus valores te nombraran como un grande, te convertirán en un gran rey. Pero ten claro que esa corona, jamás será comprada, jamás será autoimpuesta, siempre serán los demás quienes te la otorguen.
Por ello, te invito a que te conviertas en un merecedor de esa corona que tanto se anhela y que jamás se encontrará entre las ofertas de ninguna tienda. Sé quien el mundo merece que seas, da aquello que nadie ofrece, agradece todo y da sin esperar recibir, y entonces te convertirán en un grande. Como en su día se convirtió al Gran Rey de Irlanda Brian Boru.