Estoy en mi norte, en mi Cantabria querida, aunque
seguramente no esté ahí en el momento en que se publique esta carta, y estoy
sentado tomando un excelente café en un bar de lo más atípico para tal fin.
Para empezar, su nombre el cual, a pesar de conocer su significado,
parece sacado de un submarino o de una marca de caviar ruso, SHAKTALE. Desde
luego, le pegaría a cualquiera de las dos opciones.
Dentro, música rock en todas sus espléndidas variantes,
futbolín y dardos y cinco sofás color naranja de extrema comodidad. Algo un
poco atípico tratándose del tipo de bar que es, pero..., ¿qué lo es?
Por desgracia para nosotros, para el ser humano, es difícil
eliminar todas las etiquetas que desde pequeños nos enseñan a ir colocando a
aquello que es ajeno a nuestra manera de entender la vida o de ver o hacer las
cosas. Tendemos a marcar las características de un determinado grupo y
asociarlas entre ellas ya que nuestro cerebro luego tardará menos en procesar
la información (aunque no lo creáis, es muy vago). Pero este maravilloso
sistema de clasificación, en muchas ocasiones, puede no permitirnos disfrutar
plenamente de aquella persona, lugar o cosa que hayamos etiquetado e incluso en
algunos caso, no nos permitirá descubrir el tesoro que podría albergarse en su
interior.
Por ejemplo, este lugar, un bar "rockero",
asociado siempre a melenudos, cerveceros, borrachos, gandules, inmaduros,
desaliñados, maleducados, etc... ¿y todo porque? ¿por qué defienden una indumentaria?
¿Por qué no son como el resto? ¿Porque tienen un criterio propio que les
diferencia? ¿Por qué no escuchan música, más bien ruido?
Esos criterios de clasificación no tienen ni pies ni cabeza.
Yo pienso que se puede aprender y mucho del mundo que nos
rodea y es diferente de nosotros, si somos capaces de verlo todo sin etiquetas,
sin marcar o encasillar a la gente cuál animales. ¿acaso somos ganado? Si es así,
prefiero los animales salvajes.
Es cierto que a pesar de los miles de similitudes que a
tenemos con el mundo que nos rodea, existen también millones de combinaciones
posibles y evidentemente no siempre vamos a ser idénticos, nunca estaremos de
acuerdo en todo, y en eso sí tenemos que estar todos de acuerdo. Pero lo que yo
planteo es, ¿por qué solo disfrutar de los pocos grupos con los que me siento
afín? ¿por qué no abrirnos a el resto de grupos, etnias, tribus, etc...?
Seamos por una vez capaces de crear una similitud que pueda
ser universal, acabemos con las etiquetas. Yo creo que por ser banquero,
albañil o presidente, no hacen falta ni etiquetas ni darse aires, ni aparentar
nada que no se es. Abramos los ojos y veamos el mundo tal cual es, no porque
tenga el pelo largo y vaya de negro tiene que ser un individuo raro o deba
excluirlo de mi lista de personas gratas. De hecho, puede que en su interior
haya un diamante y jamás podrás apreciarlo si te niegas a descubrirlo, y será
entonces, cuando tú te pongas la etiqueta de ser un ignorante, de ser el que no
quiere aprender.
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