Oigo cadenas que se arrastran tras de mí, pero no estoy muerto.
Siento el frio aliento del tiempo corriendo hacia mí y está cerca, pero yo
corro también, aunque a veces no sepa bien hacia donde, aunque a veces no
entienda el porqué.
Veo una película a todas horas, son las imágenes del pasado.
Las veo a cámara rápida, sin sonido ni color, borrosas, antiguas, pero sonrío
al sentir cada instantánea de nuevo. Por un momento el frío desaparece, las
lágrimas brotan y tú estás de nuevo aquí, siento tu luz, siento tu cálido
abrazo, un solo instante de inmensa felicidad y te vas, te alejas. Arranco, corro
de nuevo, oigo gritos, llantos, allá donde miro solo muerte, solo dolor,
tristeza noche, polvo y cenizas.
¿Dónde están los arboles que plantamos? ¿Dónde están las
flores del jardín? ¿Donde están los verdes prados en los que nos besábamos por
primera vez? y los pájaros que lo vieron ¿Donde anidan ya? ¿Dónde revolotean
las mariposas? ¿Dónde está el paraíso que existió y de que solo quedan
recuerdos desgastados? ¿Murieron o los mate?
Yo aún siento que quiero estar ahí, aún quiero explorar este
maravilloso mundo irreal a tu lado, porque lo creamos juntos, lo creamos solo
para nosotros, es el fruto de nuestras ilusiones, de nuestros sueños, era
nuestro mundo.
En él, no cavia el mal, no existían los llantos, no había
gritos ni existía nada capaz de oscurecer la luz, estábamos tu y yo, en nuestro
mundo irreal, el que todos intentaban hallar, el que todos envidiaban y el que
nadie entendía.
Las cadenas ya no están, puede que sea libre de nuevo, quizás
sea el momento de salir en busca de otros sueños, de nuevas ilusiones, de
nuevos edenes, pero esta vez, iré solo. Esta vez, todo será la mitad de
paraíso, todo será la mitad de lo que podría haber sido, porque me faltaran tus
ilusiones para poder hacerlas realidad, y faltará quien haga realidad las mías.
Aún así, viviré en mi Edén, aprendiendo a soñar para mi, a ilusionarme en mi y a
hacer de ellas mi propia realidad.
Pero solo, hasta que tu regreses, amor.