jueves, 25 de septiembre de 2014

Desvariando desde el silencio

Suena música, oigo una voz en mi interior, mis manos no dejan de expresar lo que ven los ojos de mi alma, comparto mis palabras con las notas del músico anónimo, y ambos conversamos sin decirnos nada y sin siquiera vernos. Trae a mí antiguos momentos del pasado que son de nuevo revividos, los traen aquellos que estuvieron y que ahora vuelven a acercarse a ver qué cosas cambiaron o simplemente para mostrar las que les cambiaron a ellos, en cualquier caso están aquí de nuevo y todo gira y gira como en un tiovivo.

Músicas circenses, hombres sin alas que vuelan, sueños de quienes no están dormidos haciendo lo imposible por ser realidades dentro de la carpa bicolor, payasos que con cualquier que hacer harán reír aún con su pena, olor a arena y melancolía y todo de nuevo rueda y rueda hasta de nuevo detenerse y volver a empezar.

Tiovivo, circo... y todo aquello que cíclicamente avanza y se detiene, gira para volver a girar, todo aquello que renace en cada nuevo amanecer y repite su hazaña deslumbrando a quien aún no lo pudo descubrir para permitir que otros crean haber visto el más maravilloso y único espectáculo jamás visto fuera de la monotonía de quien lo repite en busca de un chusco o una hogaza.