miércoles, 26 de diciembre de 2012

Desvariando con los sentimientos

Tecnología, ciencia, industria, maquinaria.
Vivimos rodeados de elementos mecánicos y/o sintéticos, creados para realizar funciones de manera sistemática ya que ninguna de estas se planteará  con qué fin.
Toda esta industria, toda esta tecnología nos es beneficiosa, nos facilita la vida, nos permite incrementar variables de producción, seguridad e incluso bienestar y gracias a ello además podemos controlar algunas de estas variables con total soberanía. Pero, ¿qué pasa con las personas? ¿Qué pasa con sus emociones y sus sentimientos?
Los sentimientos son algo "carentes de ciencia", algo que no se puede ni escalar, ni controlar ni almacenar. Como mucho podemos establecer algunos parámetros, pero nunca, a mi entender, podrán ser fiables. Los sentimientos simplemente son algo que podemos sentir o no, la cuantía de estos, está relacionado con la duración e intensidad del estímulo, con el momento en el que se vivencia y como nuestro cuerpo y mente hace que lo percibamos.
El hecho de percibir el momento vivido con un sentimiento (no controlable) me hace pensar en que ¿hasta qué punto somos conscientes de ellos?
Cada día veo parejas (amorosos o no, ya que pueden establecerse situaciones entre dos individuos cualesquiera) que sin querer o sin saber porque, mecanizan sus sentimientos. Reproducen día tras día la rutina social y se empeñan en convencer al mundo que eso es amor, que todos esos actos son parte de su amor y no de esta industria enorme que llamamos sociedad.
¿Qué hay de malo en sentir?
Todos los momentos de nuestra vida tienen una incidencia emocional en nosotros, todas las fracciones de tiempo son importantes ya que por pequeñas e ínfimas que creamos que son, no podremos decidir no vivirlas y por tanto no sentirlas, es inevitable, las viviremos de cualquier manera, la cuestión es, ¿tú qué quieres sentir en esos instante? ¿qué o quién quieres que sean el motivo de tus emociones y sentimientos, durante esas fracciones de tiempo?
La sociedad que anteayer era animal, se ha socializado, al menos así nos lo enseñan los expertos en la materia, pero ¿hasta qué punto deberíamos llamar a esto socialización y no mecanización o incluso industrialización de las personas?
Todo esto, únicamente basándonos en el gran boom que fue la revolución industrial, pero, ¿qué pasa si hablamos de las redes sociales? Porque sí son útiles si se saben usar con un fin, con una lógica, con un propósito, el problema es ¿quién nos enseña eso?, y más preocupante, ¿quién quiere aprender y escuchar eso?
Una gran parte de esta nueva sociedad que nos persigue ya nace y crece aprendiendo que una imagen en una red social puede sustituir a una persona, que un comentario o un me gusta equivale y sustituye un cálido abrazo, una sonrisa de felicidad o una muestra de desacuerdo, hay quien cree que los besos son emoticonos y que con eso ya dan bastante cariño al mundo, quizás incluso habrá quien crea que el mejor sexo solo se consigue a través de una webcam sea o no en 3D.
El mundo esta tan loco... Nuestro mundo se calienta mientras los que vivimos en él nos enfriamos. Por ello me gustaría que abramos los ojos, enseñemos al mundo, separemos industria o red social de sociedad, enseñemos al futuro que nosotros no somos maquinaria agrícola, somos campesinos y ganaderos, no somos reproductores de música donde poner canciones, somos cantantes, no somos copias de seguridad de lo que en el pasado nuestros padres hicieron, no somos una empresa virtual donde creamos nuestra propia campaña de marketing con el fin de tener más "amigos" que la compañera de instituto que es más fea.
Somos seres que sentimos, que nos emocionamos, que pensamos, que indagamos y sobretodo que tenemos pleno derecho a poder escoger vivir.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Octava carta: un café con estrella...

Ya se acerca la Navidad. La gente y la luz ocupan las calles y las noches, largas como nunca y siempre acompañadas de ese frío que siempre llega cuando Lorenzo se va. Y es que la Navidad es sinónimo de frío, porque seamos sinceros, a mi al menos, me cuesta imaginar un Navidad en manga corta, bermudas y chancletas. Pero así es...
Hoy, el lugar donde me encuentro escuchando mi café, es un sitio precioso a pesar de su marcada sencillez. Mesas simples cuadradas de madera y con una lámina de cristal encima, todas en tonos suaves, sillas de madera clara y un gran banco. La luz no muy fuerte pero muy blanca, hace que el espacio parezca mucho mas amplio, y permite que luzca mucho mas la virtud de lo que es bello, porque no por ser sencillo deberá ser menos bonito, de hecho, lo simple, si es bello es porque es verdaderamente bello sin complementos, accesorios ni maquillajes.
No sé cómo serán los dulces, pero por su nombre, seguro que son de buena miga.
La gente que aquí me acompaña inconscientemente, es de lo más variopinta. Tres chicas felizmente expresan su alegría y se van poniendo al día mientras llegan más amigas. A mi lado, una pareja apenas habla con miradas y susurros que parecen venir de la mano de alguna triste noticia. Delante de mí, en una mesa enorme, una chica y un niño pequeño comparten espacio con un grupo de asiáticos, seis en total. Por su apariencia y dado que estoy en el centro de Barcelona en la Plaza Universidad, seguramente apostaría a que son japoneses.
Al otro lado, un poco más allá del grupo de chicas, una sala con una pared blanca translúcida y tras la cual debe haber mucha luz, unas mesas pequeñas donde algunas parejas buscan tranquilidad y porque no, quizás algo de intimidad.
Lo que es posible que pase mas desapercibido y sin embargo debo hacer hincapié, ya que creo que lo hace un espacio único, es el hilo musical que suena. Música tranquila de buen ambiente, del estilo de los grandes Sinatra, Martin, etc. Me gusta.
Pero bueno, puestos en situación, hoy al ver mi café no he podido evitar dibujar una estrella en su espuma, la cual, se prestaba a ello y como estamos en estas fechas y la estrella creo que es el símbolo navideño por excelencia, todo árbol, Belén o casa debe tener al menos una, me he decidido a ello. Y es que siempre nos han contado que fue una estrella la que guió a los reyes magos hasta el portal ¿no?
Hablando de reyes magos, y sin venir a cuento, seguro que alguna vez habéis oído la típica frase de "los reyes magos no existen, son los padres". Pues no os la creáis, esa frase la dicen para colgarse el mérito y chantajearnos con ser buenos y respetarles  y porque hoy en día ser rey es algo pasado de moda parece ser. Además, yo siempre he creído que el día de reyes es mágico, siempre se puede cumplir algún deseo, sueño o pueden ocurrir milagros.
Volviendo a mi café, y a la estrella que nos guía, me gustaría mostrar en que parte me parece algo muy bonito la metáfora que se puede sacar de ella. Si lo miramos con ojos más actuales, podríamos definir la estrella como la brújula que nos guía a donde queremos ir, una brújula que nos marca donde está nuestro rumbo, y para mí, todos tenemos esa estrella, siempre tendremos un hijo, una madre, una familia, un amigo, un amado o amada con el que nos guiamos y hacemos nuestro camino sin perdernos, esas son las verdaderas estrellas.
El problema que veo yo, es que con el tiempo y la era tan moderna que vivimos, la fe se fue esfumando, la ilusión, la inocencia se va perdiendo y hemos ido evolucionando hacia una sociedad donde las estrellas que nos guían son táctiles, se recargan y se conectan de tanto en tanto a un cable.
Sinceramente y a mi modo de ver, sigo prefiriendo alimentar mi fe, mis sueños y mi ilusión ya que siempre es bueno creer que algún día, nuestros deseos, sueños e ilusiones también se van a cumplir y si puedo, seguiré mi estrella que seguro que me llevará donde deseo estar y donde me siento feliz. Buscad vuestra estrella, soñad y seguidla hasta llegar.