sábado, 22 de diciembre de 2012

Octava carta: un café con estrella...

Ya se acerca la Navidad. La gente y la luz ocupan las calles y las noches, largas como nunca y siempre acompañadas de ese frío que siempre llega cuando Lorenzo se va. Y es que la Navidad es sinónimo de frío, porque seamos sinceros, a mi al menos, me cuesta imaginar un Navidad en manga corta, bermudas y chancletas. Pero así es...
Hoy, el lugar donde me encuentro escuchando mi café, es un sitio precioso a pesar de su marcada sencillez. Mesas simples cuadradas de madera y con una lámina de cristal encima, todas en tonos suaves, sillas de madera clara y un gran banco. La luz no muy fuerte pero muy blanca, hace que el espacio parezca mucho mas amplio, y permite que luzca mucho mas la virtud de lo que es bello, porque no por ser sencillo deberá ser menos bonito, de hecho, lo simple, si es bello es porque es verdaderamente bello sin complementos, accesorios ni maquillajes.
No sé cómo serán los dulces, pero por su nombre, seguro que son de buena miga.
La gente que aquí me acompaña inconscientemente, es de lo más variopinta. Tres chicas felizmente expresan su alegría y se van poniendo al día mientras llegan más amigas. A mi lado, una pareja apenas habla con miradas y susurros que parecen venir de la mano de alguna triste noticia. Delante de mí, en una mesa enorme, una chica y un niño pequeño comparten espacio con un grupo de asiáticos, seis en total. Por su apariencia y dado que estoy en el centro de Barcelona en la Plaza Universidad, seguramente apostaría a que son japoneses.
Al otro lado, un poco más allá del grupo de chicas, una sala con una pared blanca translúcida y tras la cual debe haber mucha luz, unas mesas pequeñas donde algunas parejas buscan tranquilidad y porque no, quizás algo de intimidad.
Lo que es posible que pase mas desapercibido y sin embargo debo hacer hincapié, ya que creo que lo hace un espacio único, es el hilo musical que suena. Música tranquila de buen ambiente, del estilo de los grandes Sinatra, Martin, etc. Me gusta.
Pero bueno, puestos en situación, hoy al ver mi café no he podido evitar dibujar una estrella en su espuma, la cual, se prestaba a ello y como estamos en estas fechas y la estrella creo que es el símbolo navideño por excelencia, todo árbol, Belén o casa debe tener al menos una, me he decidido a ello. Y es que siempre nos han contado que fue una estrella la que guió a los reyes magos hasta el portal ¿no?
Hablando de reyes magos, y sin venir a cuento, seguro que alguna vez habéis oído la típica frase de "los reyes magos no existen, son los padres". Pues no os la creáis, esa frase la dicen para colgarse el mérito y chantajearnos con ser buenos y respetarles  y porque hoy en día ser rey es algo pasado de moda parece ser. Además, yo siempre he creído que el día de reyes es mágico, siempre se puede cumplir algún deseo, sueño o pueden ocurrir milagros.
Volviendo a mi café, y a la estrella que nos guía, me gustaría mostrar en que parte me parece algo muy bonito la metáfora que se puede sacar de ella. Si lo miramos con ojos más actuales, podríamos definir la estrella como la brújula que nos guía a donde queremos ir, una brújula que nos marca donde está nuestro rumbo, y para mí, todos tenemos esa estrella, siempre tendremos un hijo, una madre, una familia, un amigo, un amado o amada con el que nos guiamos y hacemos nuestro camino sin perdernos, esas son las verdaderas estrellas.
El problema que veo yo, es que con el tiempo y la era tan moderna que vivimos, la fe se fue esfumando, la ilusión, la inocencia se va perdiendo y hemos ido evolucionando hacia una sociedad donde las estrellas que nos guían son táctiles, se recargan y se conectan de tanto en tanto a un cable.
Sinceramente y a mi modo de ver, sigo prefiriendo alimentar mi fe, mis sueños y mi ilusión ya que siempre es bueno creer que algún día, nuestros deseos, sueños e ilusiones también se van a cumplir y si puedo, seguiré mi estrella que seguro que me llevará donde deseo estar y donde me siento feliz. Buscad vuestra estrella, soñad y seguidla hasta llegar. 

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