Después de haber pasado una de las peores noches de los
últimos años, sale un sol que al acariciar mi piel parece renovar toda mi
energía, un sol que además de calentar, revitaliza. Y es que tras el día de
ayer donde todo iba de la mano del caos, el mero hecho de poder dedicarme por unos instantes únicamente a mí, ya es más
de lo que últimamente me he podido dedicar, y creo que ese pequeño gesto ya es
parte de esa sensación de calidez.
Salgo desde la calle “Poeta Cabanyes” de Barcelona, cruzo la
que sin duda es la pequeña rambla del barrio de “Poble Sec” y llego al gran
paralelo. Empiezo a subir la calle que muere frente a mí, “Compte Borrell”,
paso cerca de las grandes obras de remodelación de un mercado con mucha
historia, el mercado de San Antonio. Su interior es hueco a día de hoy, pero su
estructura se mantiene intacta para poder así preservarla. Su belleza, aún siendo
el exoesqueleto de lo que antaño fue, es impresionante, y cada uno de los
detalles de su fachada y tejado me parecen pequeños bordados y puntillas
cosidas con un encanto y precisión milimétrica.
Sigo subiendo y algo extraño me hace cruzar la calle y
detenerme, un pequeño roedor dormilón.
Con solo siete mesas, y unos pocos metros cuadrados, la
marmota parece querer ser más bien un gran sueño que no un pequeño café. Dentro
sus dos anfitrionas, despachan con una amabilidad una luz y unas sonrisas
increíbles.
Sin entender porque, siento cierto recuerdo en mi piel. El
color blanco de las paredes junto con algunas cestas de mimbre en las paredes
me hace acordarme de Níjar, la tierra de una parte de mi familia. Aquella
tierra de poca sombra, mucho sol, arbustos de aspecto mustio llenos de vida,
sonido de chicharras, una piscina, caballos…
Al traerme la carta y sentir el acento andaluz y el hecho de
poder elegir no solo el ya famoso pan finlandés de centeno traído de la tierra
de una de las anfitrionas, si no el mollete andaluz, me ayudan a entender el porqué de mis recuerdos acerca de aquellas visitas a la tierra de las tres cosechas durante mi infancia.
Un mollete andaluz con jamón dulce y menta poleo después, estoy
escribiendo esta carta…
Sencillo y sabroso, el mollete es una combinación perfecta
entre crujiente y blando, es un pan de sabor suave, bañado con aceite de oliva de
sabor intenso. La menta y el poleo son naturales, como el entorno. La música es
suave y relajante, la decoración es sencilla, simple y todo en tono madera que
combina perfectamente con el blanco y el ladrillo descubierto. Y de repente
otro recuerdo de la infancia.
Recuerdo que todos los fines de semana venía a Barcelona a
ver a mis abuelos, me quedaba aquí con ellos. Mi abuelo me llevaba al parque
por las mañanas, después de comer tocaba siesta y por la tarde yo jugaba en la
parte trasera del bar donde trabajaban todo el día hasta que salía para estar
por allí haciendo ver que yo también trabajaba, solo que mis tareas eran las de
comer patatas y beber zumo... Al cerrar íbamos a dormir a su casa y allí tocaba
cenar leche con galletas, mi abuelo se hacía unos de esos cuencos de barro de
tamaño inmenso, para mí solo una tacita, pero lo que más me gustaba era el olor
de aquella caja de galletas metálica de color naranja con detalles circulares
en azul liliáceo y rojo y con un aire muy yeye… ahora la veo en uno de los
estantes de este bar como motivo decorativo, y me gusta su aire retro.
Cada vez que levanto la vista veo algo que me hace sonreír
en este lugar, es como si en cada mirada algo me transmitiera esa sensación de
bienestar que a veces se siente sin entender por qué. Necesitaba volver a
sentir esa sensación.
Siempre defino la vida como esa sucesión de mini etapas que
van viniendo a nosotros y que nos van transformando día a día en lo que somos,
mis últimas etapas me estaban agotando la verdad, no obstante, tal y como
siempre creo y confío que así será esta vez también, todo forma parte del
aprendizaje, del crecimiento y quizás cada día me humanizo más y considero más
cada situación vivida. Tal vez mañana despierte y esto haya sido un día más,
tal vez sea una gran lección acerca de la humildad, la sencillez de las cosas,
la tranquilidad que nos transmite el volver a recordar nuestra infancia o
simplemente todo haya sido un simple sueño que no vuelva a recordar…
El sueño de la marmota…
El sueño de la marmota…