miércoles, 26 de diciembre de 2012

Desvariando con los sentimientos

Tecnología, ciencia, industria, maquinaria.
Vivimos rodeados de elementos mecánicos y/o sintéticos, creados para realizar funciones de manera sistemática ya que ninguna de estas se planteará  con qué fin.
Toda esta industria, toda esta tecnología nos es beneficiosa, nos facilita la vida, nos permite incrementar variables de producción, seguridad e incluso bienestar y gracias a ello además podemos controlar algunas de estas variables con total soberanía. Pero, ¿qué pasa con las personas? ¿Qué pasa con sus emociones y sus sentimientos?
Los sentimientos son algo "carentes de ciencia", algo que no se puede ni escalar, ni controlar ni almacenar. Como mucho podemos establecer algunos parámetros, pero nunca, a mi entender, podrán ser fiables. Los sentimientos simplemente son algo que podemos sentir o no, la cuantía de estos, está relacionado con la duración e intensidad del estímulo, con el momento en el que se vivencia y como nuestro cuerpo y mente hace que lo percibamos.
El hecho de percibir el momento vivido con un sentimiento (no controlable) me hace pensar en que ¿hasta qué punto somos conscientes de ellos?
Cada día veo parejas (amorosos o no, ya que pueden establecerse situaciones entre dos individuos cualesquiera) que sin querer o sin saber porque, mecanizan sus sentimientos. Reproducen día tras día la rutina social y se empeñan en convencer al mundo que eso es amor, que todos esos actos son parte de su amor y no de esta industria enorme que llamamos sociedad.
¿Qué hay de malo en sentir?
Todos los momentos de nuestra vida tienen una incidencia emocional en nosotros, todas las fracciones de tiempo son importantes ya que por pequeñas e ínfimas que creamos que son, no podremos decidir no vivirlas y por tanto no sentirlas, es inevitable, las viviremos de cualquier manera, la cuestión es, ¿tú qué quieres sentir en esos instante? ¿qué o quién quieres que sean el motivo de tus emociones y sentimientos, durante esas fracciones de tiempo?
La sociedad que anteayer era animal, se ha socializado, al menos así nos lo enseñan los expertos en la materia, pero ¿hasta qué punto deberíamos llamar a esto socialización y no mecanización o incluso industrialización de las personas?
Todo esto, únicamente basándonos en el gran boom que fue la revolución industrial, pero, ¿qué pasa si hablamos de las redes sociales? Porque sí son útiles si se saben usar con un fin, con una lógica, con un propósito, el problema es ¿quién nos enseña eso?, y más preocupante, ¿quién quiere aprender y escuchar eso?
Una gran parte de esta nueva sociedad que nos persigue ya nace y crece aprendiendo que una imagen en una red social puede sustituir a una persona, que un comentario o un me gusta equivale y sustituye un cálido abrazo, una sonrisa de felicidad o una muestra de desacuerdo, hay quien cree que los besos son emoticonos y que con eso ya dan bastante cariño al mundo, quizás incluso habrá quien crea que el mejor sexo solo se consigue a través de una webcam sea o no en 3D.
El mundo esta tan loco... Nuestro mundo se calienta mientras los que vivimos en él nos enfriamos. Por ello me gustaría que abramos los ojos, enseñemos al mundo, separemos industria o red social de sociedad, enseñemos al futuro que nosotros no somos maquinaria agrícola, somos campesinos y ganaderos, no somos reproductores de música donde poner canciones, somos cantantes, no somos copias de seguridad de lo que en el pasado nuestros padres hicieron, no somos una empresa virtual donde creamos nuestra propia campaña de marketing con el fin de tener más "amigos" que la compañera de instituto que es más fea.
Somos seres que sentimos, que nos emocionamos, que pensamos, que indagamos y sobretodo que tenemos pleno derecho a poder escoger vivir.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Octava carta: un café con estrella...

Ya se acerca la Navidad. La gente y la luz ocupan las calles y las noches, largas como nunca y siempre acompañadas de ese frío que siempre llega cuando Lorenzo se va. Y es que la Navidad es sinónimo de frío, porque seamos sinceros, a mi al menos, me cuesta imaginar un Navidad en manga corta, bermudas y chancletas. Pero así es...
Hoy, el lugar donde me encuentro escuchando mi café, es un sitio precioso a pesar de su marcada sencillez. Mesas simples cuadradas de madera y con una lámina de cristal encima, todas en tonos suaves, sillas de madera clara y un gran banco. La luz no muy fuerte pero muy blanca, hace que el espacio parezca mucho mas amplio, y permite que luzca mucho mas la virtud de lo que es bello, porque no por ser sencillo deberá ser menos bonito, de hecho, lo simple, si es bello es porque es verdaderamente bello sin complementos, accesorios ni maquillajes.
No sé cómo serán los dulces, pero por su nombre, seguro que son de buena miga.
La gente que aquí me acompaña inconscientemente, es de lo más variopinta. Tres chicas felizmente expresan su alegría y se van poniendo al día mientras llegan más amigas. A mi lado, una pareja apenas habla con miradas y susurros que parecen venir de la mano de alguna triste noticia. Delante de mí, en una mesa enorme, una chica y un niño pequeño comparten espacio con un grupo de asiáticos, seis en total. Por su apariencia y dado que estoy en el centro de Barcelona en la Plaza Universidad, seguramente apostaría a que son japoneses.
Al otro lado, un poco más allá del grupo de chicas, una sala con una pared blanca translúcida y tras la cual debe haber mucha luz, unas mesas pequeñas donde algunas parejas buscan tranquilidad y porque no, quizás algo de intimidad.
Lo que es posible que pase mas desapercibido y sin embargo debo hacer hincapié, ya que creo que lo hace un espacio único, es el hilo musical que suena. Música tranquila de buen ambiente, del estilo de los grandes Sinatra, Martin, etc. Me gusta.
Pero bueno, puestos en situación, hoy al ver mi café no he podido evitar dibujar una estrella en su espuma, la cual, se prestaba a ello y como estamos en estas fechas y la estrella creo que es el símbolo navideño por excelencia, todo árbol, Belén o casa debe tener al menos una, me he decidido a ello. Y es que siempre nos han contado que fue una estrella la que guió a los reyes magos hasta el portal ¿no?
Hablando de reyes magos, y sin venir a cuento, seguro que alguna vez habéis oído la típica frase de "los reyes magos no existen, son los padres". Pues no os la creáis, esa frase la dicen para colgarse el mérito y chantajearnos con ser buenos y respetarles  y porque hoy en día ser rey es algo pasado de moda parece ser. Además, yo siempre he creído que el día de reyes es mágico, siempre se puede cumplir algún deseo, sueño o pueden ocurrir milagros.
Volviendo a mi café, y a la estrella que nos guía, me gustaría mostrar en que parte me parece algo muy bonito la metáfora que se puede sacar de ella. Si lo miramos con ojos más actuales, podríamos definir la estrella como la brújula que nos guía a donde queremos ir, una brújula que nos marca donde está nuestro rumbo, y para mí, todos tenemos esa estrella, siempre tendremos un hijo, una madre, una familia, un amigo, un amado o amada con el que nos guiamos y hacemos nuestro camino sin perdernos, esas son las verdaderas estrellas.
El problema que veo yo, es que con el tiempo y la era tan moderna que vivimos, la fe se fue esfumando, la ilusión, la inocencia se va perdiendo y hemos ido evolucionando hacia una sociedad donde las estrellas que nos guían son táctiles, se recargan y se conectan de tanto en tanto a un cable.
Sinceramente y a mi modo de ver, sigo prefiriendo alimentar mi fe, mis sueños y mi ilusión ya que siempre es bueno creer que algún día, nuestros deseos, sueños e ilusiones también se van a cumplir y si puedo, seguiré mi estrella que seguro que me llevará donde deseo estar y donde me siento feliz. Buscad vuestra estrella, soñad y seguidla hasta llegar. 

viernes, 30 de noviembre de 2012

Séptima carta: un café sin fronteras...

Si bien es cierto, nunca se sabe dónde surgirán las grandes ideas, donde se iluminará esa luz que nos permitirá ver cosas nuevas o como en mi caso, nunca se sabe donde el café tendrá algo que contarme. Pero aunque ni yo mismo me lo pueda creer, curiosamente es en un área de servicio, a las 2:43 de la madrugada donde acaba de darme una lección un descafeinado de sobre.
Vengo desde mi tierra soñada, mi Cantabria tan querida, y siento que mis lágrimas caen por mis mejillas al recordar todo lo que en ella me dejo, pero al estar aquí sentado, intento maravillarme con lo que veo y me sorprendo. Admiro el mundo que aquí me rodea, sus historias y me asombra ver que nadie sigue la norma, nadie tiene una pauta establecida. Hay gente cenando, gente desayunando y gente simplemente tomando algo mientras descansan.
Y es que la cosas no siempre deben seguir un estándar, no todo debe ser tal y como lo estipula la sociedad, lleno de límites y de fronteras que no nos dejen ir más allá. ¿Por qué no pueden cambiar las cosas? ¿Por qué el desayuno no puede ser por la noche, la comida por la mañana y la cena al mediodía? si bien, ¿todo dependerá de la hora a la que una persona se levante no?
Planteado esto, no quiero extenderme mucho mas, ya que el tiempo corre y debo proseguir mi camino, pero si es cierto que a pesar de lo que la sociedad nos determina, a pesar de los cánones establecidos por ella e incluso por nosotros mismos, todo puede ser de muchas más formas de las que podemos imaginar, y seguir siendo igualmente maravilloso.
Todo puede tener esa magia que alimenta los sueños y desde luego, jamás podrán controlar nuestros sueños, así que rompamos con los esquemas, rompamos las pautas, establezcamos nuevas formas de ver la vida de una manera amplia, haz más grande tu mente y crece como nunca antes lo has hecho ya que seguro que vale la pena intentar ver las cosas de otra manera. No se pierde nada y puede haber muchísimo a ganar.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Sexta carta: un café gris pero tirando a verde...

Hoy el día es gris en más de un sentido. Llueve y hace frío en el norte y yo me siento por dentro del mismo modo. Siento que entre mi sol y mis ojos hay niebla, nubes o humo, aún no lo sé.
No obstante, a pesar de ello, hoy el café es un sitio bastante peculiar. Me encuentro en uno de los mejores restaurantes de la villa de Santoña, el As de guía, y tal y como en su nombre se deduce, todo lo que se puede degustar aquí es de una gran calidad (todo es digno de la mejor carta de la baraja).
El sitio es pequeño, sencillo, moderno y acogedor  El trato recibido en el siempre será amable. Cosa que se agradece en días malos como el de hoy. Desde mi mesa, situada al lado de la gran cristalera frontal, puedo ver como la gente se refugia de la lluvia, que no cesa ni un momento, bajo sus paraguas. También veo como los vehículos rodean la glorieta siempre bajo la atenta mirada del pescador.
Según un estudio, generalmente asociamos la lluvia, el frío y los días grises a estados de ánimo apagados, nuestro sistema se entristece por decirlo de alguna manera, pero, ¿y porque no estar contentos en días grises?
Creo recordar una cita que una vez me dijeron en referencia a los espartanos, algo que decía: “Hoy llueve, me alegra eso pues eso hará que mañana mis campos estén más verdes.” Es curioso ver su optimismo, pero la realidad es que así es.
Ciertamente y volviendo a este maravilloso lugar, me hace gracia el nombre de este sitio, As de guía, el nudo marinero por excelencia, el que nunca se deshace creo recordar y con el que me gustaría hacer una metáfora juntamente con la cita espartana, ya que quizás estoy hoy aquí buscando precisamente hacerme ese nudo que nunca se deshace, que siempre resiste, con el fin de que cuando pase la tormenta, seguir aquí aguantando y poder ver mis campos mucho mas verdes.
Siempre he pensado que la grandeza de los momentos no solo radica en vivirlos intensamente y de la mejor manera posible, si no en saber siempre sacar algo bueno de ese momento, aunque a veces no creamos poder hacerlo.
Qué curioso, me acabo de dar cuente de que tanto el día como el lugar con el que me recreo, reflejen tal y como yo me siento, pues busco respuestas a muchas preguntas entre las nubes que me impiden ver el sol, y espero ansioso  poder elegir una dirección, para poder salir de esta encrucijada en la que me encuentro aunque la niebla me impida ver el horizonte, y por ello llega  esta carta, la sexta carta, una café gris pero tirando a verde.
Porque aunque hoy el día este así, frío y apagado, seguro que mañana saldrá el sol y podré ver los campos más verdes de lo que ayer lo estuvieron.
Además debemos aprender a ser paciente y esperar, pues los árboles que plantaste ayer, ni hoy ni mañana te cubrirán de la lluvia y aunque ya haya uno que lo haga, un solo árbol nunca formará un bosque. Si no que será el tiempo y los días grises y los días de sol los que nos permitirán algún día disfrutar de un buen paseo en ese maravilloso bosque, de color verde intenso en verano y cobre y fuego en su máximo esplendor otoñal.
Será entonces cuando la vida nos parecerá maravillosa, será cuando aprenderemos a entender que la belleza de vivir no solo está en pequeños momentos fugaces de felicidad, sino que también está en descubrir y recorrer cada uno de los senderos entre los árboles y aprender a ver que en cada una de las arrugas de un tronco, estarán las huellas de cada crecimiento, de cada aprendizaje, de cada paso hacia lo más alto.

viernes, 12 de octubre de 2012

Desvariando con mi Julieta

Y que ven mis ojos. Sueño despierto o es que la locura alimenta mi ser. Veo a mi amada delante de mí. Su rosto, cual figura de porcelana, parece ser la más suave cosa jamás tallada por la mano divina. Sus ojos, llenos de luz, ciegan a mis ojos y al cerrarlos, aun veo su resplandor y me intento guiar hasta ellos, pero nunca llego a mi destino.
Oh dios mío, prívame de sufrir esta soledad, haz que el tiempo corra como nunca lo hizo antes y déjame llegar a donde mis sueños dejan de lado la noche y la locura, para hacer del día un regalo al corazón del enamorado.
Anhelo poder sentirla tan cerca, que sus latidos sean los que mueven la sangre de mis venas. Que su respiración llene de aire a mis pulmones, pues es en ella donde yace hoy mi alma y es en ella donde descansan eternamente mi oscura soledad y mi dolor perece.
Corre tiempo mío, corre, que el viento sopla a mi favor y este navío sin brújula ya sabe dónde está el norte. Las estrellas que brillan en el cielo me marcan el camino a tierra, y es en el arco iris donde descubro el lugar en el que descansas tus días, esperando a que el amor llame a la puerta.
Ya llego amada mía, ya llego. Aguanta. Pues estuve perdido durante un tiempo al no saber encontrarme en esta oscuridad, y ahora que tú me iluminas, ya no me siento perdido y veo el camino que me lleva hasta ti.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Quinta carta: un café con reencuentros...

Hace ya un par de días que volví de mis andanzas fuera de la ciudad y hoy toca reencontrarse con ella. Pero para reencontrarse hace falta perderse y por ello hoy me he dejado llevar por mis pies y he recorrido las entrañas de una ciudad estresante en busca de un silencio abrumador. Curiosamente lo encontré, lo disfruté y continué mi marcha en busca de lo que había perdido, un nuevo rumbo hacia algún destino distinto donde mi sed se calme.
Me encuentro en la calle mas pintoresca de esta ciudad, una calle donde el negro predomina, donde nada da la nota y donde solo somos una mota de polvo, pero en la que también se pueden encontrar lugares desde luego curiosos, como el Mucci’s, donde con aire tranquilo puedes tomar un té, o comer un trozo de pizza recién horneada. El lugar tiene encanto, las luces son sistemas de tuberías en cuyos extremos se han instalado esas bombillas en la que se ve todo el filamento incandescente y que son de baja luminosidad, pero que a la vez, dan un tono de luz mucho más apacible. El suelo parece sacado de un patio antiguo y todo huele a añejo. Eso me gusta.
Dentro, hay quien come un trozo de esa pizza con tan buena pinta, otros toman café y zumo, una taza y una tetera delatan a su tomador, la verdad es que hay variedad para poder escoger y no sé qué libro leer. Cada persona es una historia y no tengo tiempo para todos, así que creo que me regalaré tiempo para escribir y leer mi propia historia. Quién sabe, lo mismo me reencuentro, así que voy a volver sobre los pasos dados hoy…
Se podría decir que a pesar de haber recorrido cientos de veces el centro de Barcelona, siempre te acaba sorprendiendo de alguna manera, y como no, hoy lo ha hecho enseñándome el lugar donde la paz y la tranquilidad se esconden día a día, el lugar donde el descanso de unos es el recreo de otros, donde el sonido de los coches se cambia por el maravilloso sonido de un caño fino de agua que sale de una fuente, rodeada de arboles llenos de flores que tiñen el suelo de amarillo y verde. Parece que haya viajado a otra época.
Lamentablemente o por suerte, encontrar el camino de vuelta es complicado ya que este paraje inusual se protege de un sequito de callecitas estrechas, todas ellas iguales y que se entrecruzan como si no quisieran permitir el paso a nadie, como si quisieran formar un laberinto entre todas para proteger su corazón. Aun así, yo animo a que lo intentéis y espero que no ceséis en el esfuerzo. Del mismo modo que en la vida, en el trabajo, en el amor o en cualquier ámbito, si dais lo mejor de vosotros, al final siempre encontrareis ese lugar maravilloso donde os espera vuestra paz y vuestra calma y es entonces cuando descubriréis que merece la pena perderse para poderse reencontrar.
Ánimo y a perderse, que el que no quiere perderse de vez en cuando, olvidará quien es. Y si no os encontráis, regalaros cinco minutos, leeros la desorientada, tomaros un café y ver que pasa luego.

lunes, 30 de julio de 2012

Cuarta carta: un café con aire fresco...

Si bien aire fresco es una expresión que en los últimos meses he repetido por activa y por pasiva, entonces, ¿Por qué no hacer al fin un café con aire fresco?
Hoy me siento en uno de los sitios más curiosos del paraíso en el que me encuentro, y es que el “Titicaca” no solo es un lago internacionalmente conocido, sino también el punto de encuentro de las gentes de Berria Beach.
La verdad es que el sitio tiene su encanto. Una caseta de madera, unas lonas para proteger de la lluvia y del viento y una maravillosa pagoda de bambú y hojas de palmera en la que de tanto en tanto se hacen actuaciones de todo tipo y donde, por su aspecto, en cualquier momento podría aparecer un grupo de maoríes recreando su famoso baile de guerras.
Desde luego, hoy quizás no sea el mejor día para ir a un lugar así, hace frío y llueve, pero que más dará el momento, hoy, por vez primera “El Titicaca” me invitó a sentarme y tomarme un café y aquí estoy.
Me siento entre turistas y locales, algunos asiduos de este lugar y que se han visto medio obligados a refugiarse de la lluvia aquí. Otros en cambio, parecen obcecarse en ir a la playa independientemente de las inclemencias del tiempo, quizás con la esperanza de que un atisbo de luz solar, coloree sus blancas espaldas. Yo la verdad, admiro esa esperanza y cada día deseo con ansía ese rayo de sol que me de energía y porque no, en cierto modo aire fresco.
Tiene gracia, escribo haciendo referencia a esa esperanza de sol y asoma tras las negras nubes del cielo.
Quizás esta carta sea diferente a las demás, no solo por escribirla en un lugar tan curioso como pueda serlo un chiringuito de playa (cosa que por otro lado, ya tenía ganas de hacer), pero la principal diferencia que quiero destacar, es sin duda, que en esta carta comparto la mesa con más gente. Y eso hasta ahora no había ocurrido nunca.
Algunos hablan, otros sencillamente toman sus bebidas mientras divagan. Pero es curioso como entre ellos, una persona mira con cara de asombro, como mi mano no cesa en su deseo de escribir esta carta. ¿Qué será lo que estará pensando? No lo sé, quizás luego se lo pregunte, lo que no puedo evitar es ver como su mirada asombrada parece querer decir muchas más cosas, y es que a veces, no vemos que la gente pueda ser diferente, que puedan ser escritores de unas cartas en un blog o que puedan tener costumbres o aficiones raras, pero ¿y por qué no tenerlas? A veces, esas personas que nos asombran son portadoras de renovación, de esperanza, son quienes sin saber cómo ni porque, nos hacen replantearnos las cosas, nos tiran lo que creíamos cierto y nos enseñan que no todo es como hasta ahora, que a veces, la galerna o el levante, traen aire fresco. Entonces, ¿porqué no respirar fuerte cuando llega? Siempre viene bien. Y si encima vuelve a salir el sol como cada día, mejor que mejor.

miércoles, 4 de julio de 2012

Desvariando con tres azucarillos

A veces, las personas nos pueden parecer poco racionales, poco serios, algo desalentadoras o incluso personas ingratas por sus apariencias. Cuánto daño nos podemos llegar a hacer si no somos capaces de entender que hay mucho más de lo que un maquillaje, un peinado o una marca pueden aportarnos como personas.
Por suerte para mi, en estos últimos días he podido conocer a gente maravillosa de diferentes lugares de nuestro planeta, y me siento muy feliz por ello. Desde luego, hasta el día de hoy, he tenido el privilegio de poder conocer más profundamente a los que hoy llamaré mis tres azucarillos. Y me gustaría poder compartirlos con todo el mundo, a pesar de que mucha gente no sabría valorar ni una mínima parte de lo que realmente son.
Mi primer azucarillo tuve el privilegio de conocerlo hace unos meses. Qué decir…, la verdad es que solo con su mirada ya lo dice todo, energía, alegría, color, todo lo que desprenden sus ojos puede definirse como belleza y vida. Es genial poder mirar a esos ojos azules y saber que entre los azucarillos de mi café ellos estarán ahí para enseñar y escuchar.
Mi segundo azucarillo es alguien totalmente diferente a mí, aunque a veces pienso que solo en apariencia. Es cierto que no hace falta compartir un idioma a la perfección para entenderse perfectamente con alguien y creo que en este caso, se ha cumplido. El mar puede unir culturas mediante los barcos por ejemplo, pero las ganas de aprender y de escuchar muchísimo más aún.
Mi tercer azucarillo es sin duda mi loquita preferida. Entre azul y gris, entre locura y felicidad exagerada. Energía allá donde va y desbordante en cuanto a sonrisas. Todo lo que se acerca a ella, siente que recibe su luz y por ello, creo que todos somos como girasoles buscando el calor del gran astro.
La verdad es que los días siempre empiezan bien cuando tengo mis tres azucarillos cerca para darme energía, felicidad y sobre todo cuando puedo disfrutar de sus conocimientos. Este desvarío es un poco diferente a todo, pero no deja de ser un desvarío, pues comparar a tres personas con tres azucarillos no se puede considerar otra cosa. Pero me alegra poder compartir esto con ellos y espero poder hablar de más grandes descubrimientos en estas nuevas etapas de mi vida en la que el aire fresco me alienta y en la que el mar está día tras día conmigo.

sábado, 9 de junio de 2012

Tercera carta: un café muy deseado...

La verdad, tenía ganas de poder escribir la tercera carta. Sabía que la tercera tenía que ser aquí y al fin he podido encontrar una mesa libre, y es que ya lo dicen, a la tercera va la vencida.
Curioso descubrimiento fue este local en su día, y a pesar de haber venido varias veces, sigue pareciéndome un lugar mágico tal y como sus anfitriones quieren que sea. Merece la pena dar un paseo en bicicleta cruzando Barcelona, hacer un poco de ejercicio suave, pero suficientemente positivo y saludable para la mente, con el único fin de merendar en el lugar más cósmico de la ciudad. Y es que aquí, mires donde mires, todo es color, todo es diferente,  todo es positivo, todo está lleno de energía, de buen rollo, porque aquí todo es simplemente Cosmo.
Hora de pedir.
Como ya es de costumbre de otras veces que he venido, me decido por un caramelccino y para acompañar un muffin de albaricoque. Dulce y cargado de sabor, pero sin ser empalagoso. Perfecto!
Desde luego, si tuviera que enamorarme de un café, creo que éste posiblemente seria el que más posibilidades tendría, es un lugar que enamora al que viene. De ahí que entre sus clientes haya desde estudiantes, hasta parejas de jubilados de clase alta que buscan un desayuno diferente y un lugar donde leer sus novelas.
El lugar en concreto es sencillo, pero curioso, afuera, cuatro mesas con unas sombrillas y luces de colores, de las de navidad, pero de tamaño bombilla normal. Dentro, un techo alto con vigas a la vista amplía la grandeza del lugar. Mesas de madera y cristal con motivos de colores en diferentes temáticas. Al lado de la puerta, unas butacas con una mesita, una mini galería de posters y lo más curioso, una caja llena de LEGO, es increíblemente sorprendente este sitio. Al fondo, dos sofás grandes en el lugar más escondido, precedidos eso sí, por unas mesas largas y altas con unos taburetes. Al lado la galería, una zona donde de tanto en tanto se pueden ver exposiciones de lo más variopintas de forma gratuita o films en blanco y negro a ritmo de música alternativa y con buen rollo.
Pero bueno, como viene siendo algo común, vamos a hacer un poco de "zapping". En la primera butaca un chico escucha sus pensamientos mientras lee la carta en busca de algo para tomar. Yo le recomendaría un zumo, están geniales. En la mesa larga justo enfrente de él, dos chicas y un chico le cuentan historias a un mini ficus, plantado en un tiesto.
justo delante mío, dos bellas jóvenes sonríen e intercambian comentarios. Sus miradas parecen decirse que se alegran de ese reencuentro. Detrás mío, un chico toma café apoyando su espalda en la pared y mirando hacia la barra, donde las dos camareras no paran. El sofá del fondo se esconde, pero debido a que la gente que pasa de mi mesa vuelve rápido, seguramente estará ocupado. Quién sabe quién habrá allí.
Hasta aquí, todo parece común, pero las cosas especiales, siempre son especiales precisamente por ser diferentes en algo. Mientras una chica juega asombrada con un móvil colgado con un largo hilo desde el techo, y que llena el aire de un enjambre papirofléxico, en una de las mesas largas del fondo, gente de diferentes etnias y edades, se juntan para mientras meriendan risas y hablan cafés y pastas (sí, lo volví a hacer el juego de palabras, pero queda bien ¿no?), diseñan collares, pulseras y pendientes con cuentas y abalorios diversos. Qué gran forma de socializarse, aprender y estar entretenidos!  
Qué gran cosmos hay aquí!
Y para acabar, como normalmente, me gusta que estas cartas contengan algún mensaje, y como en las dos anteriores está, aunque haya que fijarse bien para verlo, ésta no iba  a ser menos que las demás y dado que es la tercera carta, la deseada, y está escrita en Cosmo, un lugar donde parece que los sueños habitan, querría animaros a soñar.
Soñad! no os dejéis nunca de creer esos sueños, aunque a veces parezcan imposibles, si creéis en ellos, es muy probable que se cumplan. Al menos así lo espero yo y lo creo. Ya que cuando creemos en algo, ese algo acaba existiendo aunque solo sea para nuestros ojos. Y si no encuentras ni siquiera a tus sueños, siempre podrás venir aquí y dejar que ellos te encuentren a ti.

martes, 29 de mayo de 2012

Desvariando con mis ángeles...

"Qué gran recuerdo del pasado el saber que no te has ido, el saber que aunque hayas estado dormido, mis dedos no dejan de asombrar a aquellos que leen lo que con ellos escribo. Qué gran recuerdo del pasado el sentir de nuevo mi alma llena de miedo, llena de inseguridad, llena de dudas. Qué gran recuerdo del pasado el saber que habéis estado ahí conmigo siempre y que sin quererlo ahora os recuerdo para no volver atrás, para seguir creciendo aunque la luz sea diferente y mis ojos no sepan hacia dónde mirar."

"Siento miedo a no saber si debo o no hacer lo que mi ser ahora quiere, siento miedo a no saber si lo que quiero es bueno o malo, si lo que quiero esta aceptado o vetado, si lo que quiero quiere ser querido. Siento y no siento que estoy bien, que soy quien soy y que soy quien no quiero ser. Siento y no siento que simplemente tengo que aceptar aquello que me caracteriza y que por desgracia, hay cosas que sí pueden cambiarse, pero hay otras que el tiempo las determina, y el tiempo es algo que ni debe detenerse, ni puede pararse. Que grandes dudas y miedos siento al no saber qué hacer, que ser o que querer, pero es que en realidad quizás si lo sepa, pero simplemente no pueda ser."

"Como me gustaría poder fundirme de nuevo en un abrazo, poder sentir la calidez de tu mano sobre la mía, saber que aunque no te vea, estas ahí, saber que no estoy solo, que sin querer haces mas fácil el difícil acto de oír mi propia voz. Como me gustaría sentirme cerca de alguien tal y como me siento en tu silencio. Como me gustaría que me contaras tus sueños para poder ayudar a que se cumplan desde la sombra, como me gustaría ser en parte tu ángel de la guarda, para no dejar que nadie rompa tu frágil sonrisa de porcelana, para que nadie apague la luz de tu mirada, simplemente para no perderte nunca."

"De nuevo vuelvo a sentir mi mano, de nuevo mi alma grita, se muestra y es que ahora que no te amo, siento que mi cuerpo está desnudo y tirita, y siento que la luz pasa de diferente forma a través de mis ojos y de mi corazón."

"Sonríe el ciego al saber que estas a su lado, simplemente porque sabe que estas cerca y aunque no te vea la cara, sabe que tu también sonríes y es feliz con ello."

lunes, 21 de mayo de 2012

Segunda carta: un café desorientado...

Generalmente suelo escribir estas cartas en mi ordenador, sentado en algún café, de los que como digo yo, te llaman, te invitan a entrar, a sentarte y a simplemente sentirte bien, pero claro, no estoy en mi ciudad, Barcelona, ni tengo mi portátil, ni siquiera tengo ganas de escribir, pero qué demonios... Si en mi anterior carta la idea era empezar una semana en domingo, esta podría ser la desorientada.
Hoy me siento como esta carta, desorientado. Es cierto que me siento bien, estoy en Madrid por vez primera y reconozco que me parece una gran ciudad, una ciudad en la que el traje se convierte en algo normal, pero en la que se esconden lugares tan curiosos y encantadores como la calle Huertas.
Me gusta esa calle, donde en cada esquina aproximadamente se puede leer una frase en el suelo. Es genial! A pesar de todo, estoy seguro que muchas personas pisan a diario esas letras sin darse cuenta de lo que en ellas se dice, pero si alguien como yo lo ha leído, alguien más lo hará. De hecho, ha sido el leer lo que me ha traído a esta calle en cuyo inicio se ve grabado en el suelo una gran frase que dice lo siguiente:
"¿no se lee en este país porque no se escribe, o no se escribe porque no se lee? Esa breve dudilla se me ofrece por hoy, y nada más. Terrible y triste me parece escribir lo que no ha de ser leído..."
Carta a Andrés
Mariano José de Larra
Que grandes palabras hay en este mensaje.
Pero bueno, tal y como ya hice en la anterior carta, quiero acercarte el lugar en el que me encuentro. El garito en cuestión no es grande, es bastante recogido, pero muy curioso. En su cartel, una frase marca un positivo y divertido sentido de la vida. Dentro, paredes de piedra y ladrillo, mezclados con una columna de color negro, una de hierro en forma de viga y algo parecido al pie de una farola. Mesas y barra de madera oscura con el tablero lleno de arte, igual que sus paredes.
Desde luego, Miranda tenía que ser una gran chica, diría que una persona inteligente, aunque algo bohemia, además de muy hermosa por dentro y por fuera.
Al entrar solo un chico en la barra, tomando un periódico y leyendo un café. Me cruzo con una chica que sale, quizás vaya al trabajo, son ya las nueve en punto de la mañana.
Poco a poco, van apareciendo en escena otros personajes secundarios en mi película, principales de las suyas.
En la esquina opuesta a mí, una pareja toma un té en silencio. El piensa. Ella lee. Ambos crecen seguramente. A mi izquierda tres mesas. Una familia que o bien acaba de aterrizar o hoy se despiden de esta ciudad tal y como yo haré en unas cuantas horas. Sus maletas me lo cuentan. Un poco más al fondo, otra familia, esta vez extranjera, me lo demuestran sus rubios cabellos, sus ojos azules y sus cacófonas palabras ante mis necios oídos. Justo a su lado, una chica con cara de sueño y un croissant pidiendo ser comido, acompaña a un chico con americana de aire retro. Para él un zumo de naranja y un diario mientras observa como el café va alegrando la mirada de su compañera.
Sigue entrando gente y el hilo musical que al principio se escuchaba, poco a poco se desvanece entre las conversaciones del gentío y el ruido de la cafetera, que estresada no para de trabajar.
Es curioso, he parado cinco minutos para buscar la mejor manera de acabar con este segunda carta, y estoy desorientado. Pero al mirar a mi alrededor, reflexiono y me doy cuenta de que da igual donde estés, da igual donde te encuentres, vayas donde vayas, si estás perdido, simplemente déjate seducir por un bar y tómate un café.
Lo que ocurra después, eso tendrás que descubrirlo tú.

domingo, 22 de abril de 2012

Primera carta: un café muy diferente…

Esta mañana me levanté con pocas ganas de hacer cosas la verdad. No obstante, me animé a que no podía quedarme en casa todo el día, y esperanzado de poder descansar toda la tarde me decidí de ir a patinar un rato.
Para ser sincero hoy había un evento de "longboarders" en mi ciudad, un evento en el que habría bastante gente y de la cual a casi ninguno conocería. Incluso se podría decir, que en esta clase de eventos destacamos los que ya tenemos más de 25. Es como ir de excursión con los del instituto, aunque, que más da eso, lo importante es pasarlo bien, es desconectar, es simplemente hacer un poco de ejercicio. Cada semana, miles de personas se congregan para realizar carreras populares, y nadie se conoce.
Poco a poco vamos recorriendo nuestra ciudad, en grupos, con calma, pero sin perder de vista a toda esa gente que al vernos se siente curiosamente atraídos para hacer esa foto en la que después pondrán: “ foto de un grupo de frikies que patinaban sin causa alguna”, o aquello de… “esta foto son los punkis de Barcelona, que incívicos!!!!!”. En fin… que cada cual saque su conclusión pero siempre respetando a los demás.
Después de casi dos horas patinando, toca la retirada a comer, ese acto vital que sin ninguna duda, para mí era esencial ya que después del ejercicio físico, el cuerpo pide energía. Pescado con un poco de ensalada y fruta de postre.
Uf, al fin llega la tarde, a descansar se ha dicho.
Diez minutos más tarde, descubro que tengo demasiada energía para ser un domingo. ¿Por qué no empezar entonces la semana? ¿Por qué esperar a mañana si hoy puede ser un gran día? 
Dicho y hecho, preparo la bolsa de trabajo, libros de entrenamientos, libreta de ideas, libreta de apuntes, portátil y como no, disco duro con todo lo de trabajo y lleno de buena música para cargar pilas si bajan las fuerzas. Me pongo el casco y salgo a buscar en plena tarde de domingo una mañana de lunes, en algún lugar donde todo el mundo comería un jueves, cenaría viernes y merendaría un sábado.
Dudo entre dos, que hago! Me la juego y curiosamente creo que acierto plenamente. Llego a ese sitio que para muchos es demasiado, para mi es simplemente "La Demasié". Espero en una mini cola que todo el mundo conoce y veo como una camarera se desespera con una mujer que pide una ensalada, pero que a pesar de darle la que pide no la quiere porque quiere una ensalada. Parece una tontería la verdad, pero en realidad lo es!
Al fin me toca, un café con leche y un croissant de chocolate blanco.
Curiosamente, encuentro un lugar privilegiado libre, una de las esquinas del bar, está libre y además tiene enchufe para el ordenador. ¡Corre! Me siento y empiezo con una foto y a compartirlo con todos los que no hayan querido o podido venir. Ellos se lo pierden.
Es increíble todo lo que se puede hacer sentado en una mesa cuadrada de no más de 80cm, un café con leche y un croissant. Saco el libro de la maleta, las libretas, el estuche y me dispongo a empezar cuando de repente todo cambia.
¿Por qué no escribir en vez de leer o de trabajar? ¿Por qué no empezar un lunes de una nueva etapa con un nuevo proyecto? Guardo todo, saco mi portátil y simplemente empiezo a escribir la primera carta del café.
Miro a mi alrededor, delante una pareja con una amiga común y una preciosa niñita de no más de un añito que mira a su alrededor sin ser consciente del entorno que la rodea. Más allá un grupo se sienta a tomar unos cafés, unas cervezas y charlar de los tiempos mozos. Al lado una pareja de ancianas charlan de todo y de nada con un café y un álbum de fotos antiguas, donde quien sabe que imágenes se podrán ver.
Sigo girando mi cabeza, llego a una mesa redonda vacía que seguramente no tardará en volver a estar llena, antes de su silencio, en ella se reunían cuatro chicos con las más curiosas pintas, y a los que estoy seguro más de uno se habrá girado para mirarlos. A ellos no les importa, y eso es de admirar.
Acabo de girar mi mirada y encuentro una pareja en la mesa de la esquina contraria a la mía, es una mesa curiosa, pequeña, redonda con una lámpara cerca, un poster de hace años donde se anuncia mediante una mujer en paños menores las “Hot Cookies”. Ese rincón tiene un cierto aire a añejo que desde luego incita la meditación. Me gusta esa mesa, pero no tiene enchufe.
Para acabar, el núcleo central de este increíble lugar, una mesita junto a otra un poco más baja al lado de la chimenea. Ese punto es increíble! Escoltadas por dos sofás blancos, y vigilada siempre por el monstruo de las galletas en su versión más artística, ese sitio siempre es el lugar para venir con amigos y pasar una buena tarde de risas, recuerdos y buen rollo. En ella, dos hombres y dos mujeres hablan de alguna cosa aparentemente seria, aunque de tanto en tanto sueltan una carcajada. Quizás con ella aspiren aire de renovación.
Ya se han vuelto a ocupar la mesa de la pareja con la niña pequeñita, que hace rato que se había ido. Ahora una pareja joven se sienta delante mío, y como no, la mesa donde se centraba la mirada de más de uno ahora está de nuevo ocupada. Esta vez son cuatro señoras que entre risa y risa dan un sorbo al café.
Al ver todas estas situaciones, me imagino de que hablan en cada mesa, hago en mi mente mini películas con cada una de ellas en las que a veces veo dramas, en otras ocasiones ficción, en otras amor o simplemente comedia, e incluso a veces, cine mudo. Y me dicen que nunca voy al cine! Lo que pasa es que no pago por ver a los actores de Hollywood, prefiero a la gente de a pie que siempre son mucho más expresivos y más realistas en sus interpretaciones que cualquier actor con su doble en las escenas de acción y donde los efectos especiales no permiten saber que es real o que esta creado a través de un ordenador.
Poco a poco voy haciendo zapping, algo que sin duda me gusta y poco a poco voy intentando ver como cada uno de esos actores como me ven. Poco a poco, voy creando imágenes de mi mismo con las que intento ver desde más puntos de vista lo que yo veo desde uno solo, y así con calma, pero sin pausa, voy haciendo más grande mi propia visión, mi propio yo. Así poco a poco voy soñando despierto, para convertir esos sueños conscientes en objetivos y esos objetivos en realidades.
Es increíble que entre todo este bullicio yo encuentre silencio y momentos en los que poder recrearme, en los que poder pensar, en los que poder escucharme y aprender a ser mucho más grande, o en los que simplemente decida empezar esta semana en domingo.