Me encuentro en un lugar curioso, una bonita taberna con
mucha madera y algo más que un nombre propio de los tréboles. Y es que el que fue
Rey de Munstar y Rey Supremo de Irlanda es a quien se honra, Brian Boru.
Muchos estarán ahora haciendo balance de sus regalos, otros
seguramente, luciendo y presumiendo de ellos. Sin embargo, son épocas de
rebajas y muy seguramente habrán muchos que removerán los restos de las
tiendas, como si no hubiera un mañana, como si el mundo llegara a su fin,
esperando encontrar aquella oferta que sea únicamente un regalo psicológico con
el fin de calmar su decepción navideña, o quizás simplemente por el hecho de
modificar todo el vestuario ya anticuado y tan usado que ni los mejores
suavizantes son capaces de volver a dejarlos en un estado decente. En cualquier
caso, me apiado de vosotros.
Y es que aunque enero siempre sea un mes duro debido a los
desajustes en las cuentas bancarias, seguimos viendo el consumismo que se nos
inculca socialmente, seguimos creyendo que la felicidad está expuesta en un
escaparate, sin ver que en el fondo, en ese escaparate solo están las cortinas
de humo y las vendas con las que no vemos la realidad. Solo estarán las joyas
de la corona que nos querremos poner, a fin de poder, con ellas,
entremezclarnos con una falsa realeza.
Pero, en el día a día, ¿qué merecemos de esa realeza? ¿en
que nos basamos para juzgar la categoría o posición social que nos coloque más
arriba o más abajo en un mundo lleno de reinos sin conciencia?
Si miramos atrás, antiguamente siempre se valoraban a los
grandes reyes por su coraje, su honor, su valía, por la verdad, la bondad. Todo
estos valores eran los que verdaderamente hacían que un pueblo llamase a su
rey, un grande. Pero todo ello queda ya muy distante de nuestra era, el tiempo,
poco a poco, dio el poder a otros valores como la codicia, la ambición, la
ansiedad, la superioridad y ahora todos quieren ejercer su derecho a corona sin
siquiera tener un reino donde poder gobernar, sin siquiera saber hacia donde
deberían guiar su trono. De este modo, día a día, una gran masa sin líderes de
calidad, cae poco a poco en un pozo sin fondo.
Es cierto que la vida, tu vida es un largo camino que debes
recorrer, y que en ese camino, cada uno de los pasos que des cuenta, porque con
cada paso, en cada lugar que pises, puede que si demuestras ser una gran
persona, si demuestras ser merecedor de ser un grande, los que se vean
beneficiados por tus valores te nombraran como un grande, te convertirán en un
gran rey. Pero ten claro que esa corona, jamás será comprada, jamás será
autoimpuesta, siempre serán los demás quienes te la otorguen.
Por ello, te invito a que te conviertas en un merecedor de
esa corona que tanto se anhela y que jamás se encontrará entre las ofertas de
ninguna tienda. Sé quien el mundo merece que seas, da aquello que nadie ofrece,
agradece todo y da sin esperar recibir, y entonces te convertirán en un grande.
Como en su día se convirtió al Gran Rey de Irlanda Brian Boru.
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