miércoles, 12 de junio de 2013

Décimo séptima carta: una infusión con algo de nada...

Si normalmente estar en medio de la nada es algo que se asimila a estar perdido, es a veces en medio de la nada, donde menos perdidos estamos, pues a veces en medio de la nada es precisamente el lugar donde queremos estar.
Hoy esta carta tiene cierto aire a despedida, pero a la vez quizás sea, de nuevo, otro poco de aquel yo perdido y reencontrado.
Hoy me encuentro en medio de la nada, en algún punto entre las costas italianas, Sicilia y las costas tunecinas, pues es uno de los destinos de este último trayecto a bordo del Horizon. Me embarque hace un mes y parece que mi vida aquí no tiene más sentido ya, vine en busca de algo y con ganas de perderme, y lo conseguí.
El lugar donde me encuentro no es para nada especial, es un comedor de lo más sencillo y aburrido, me acompaña una simple infusión, pero que como todas las que me he podido tomar aquí, muy llena de historias, de pensamientos, de secretos, de maravillosas conversas y de fabulosas lecciones de personas por las que siento grandiosa admiración, aunque ellos no lo sepan aún.
En especial siento un gran aprecio por dos personas que me han enseñado muchísimo, me han demostrado muchísimo y aunque no lo crean, por las que siempre sentiré un respeto increíble. Ninguno de los dos llega a los 25, pero aunque a veces no lo parezca, interiormente son personas mucho más grandes de lo que jamás serán muchos de los que se dan de grandes, reconocidos o ilustres. Por ello, espero que jamás pierdan esa esencia que les hace diferentes, aunque estoy completamente seguro que jamás dejarán de ser ellos, y si en algún momento debieran hacerlo, espero sepan valorar si merece la pena o no. Aún les queda mucha vida por andar y les deseo un feliz y agradable camino a ambos.
Volviendo a mi infusión, le daré un sorbo y a ver qué es lo que me dice.
Durante este mes aquí, mis días han transcurrido en lugares de lo más variopintos, he podido ver ciudades maravillosas, otras que ya conocía, pero que aseguro no había disfrutado tanto debido a que quizás no las supe valorar como debía hacerlo, no obstante, durante mis noches, siempre intenté conectar con aquello que siempre he tenido y que dejé olvidado, conmigo mismo.
Cada noche, buscaba entre estrellas y destellos donde estaría mi puerto, mi norte, o simplemente la tierra que tanto anhelo encontrar de nuevo. Cada día me maravillaba con la belleza de los atardeceres y con la inmensidad de la oscuridad, rota solo por algunos faros lejanos. Jamás me sentí tan cerca de la nada, como aquí me he sentido, y jamás me he sentido tan en mí como aquí me siento, aunque parezca una locura.

Me despido ya de esta infusión y de este viaje, pero sabiendo que no es el final del camino, sabiendo que es ahora cuando debo volver a partir hacia un nuevo rumbo.

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