Si normalmente estar en medio de la
nada es algo que se asimila a estar perdido, es a veces en medio de la nada,
donde menos perdidos estamos, pues a veces en medio de la nada es precisamente
el lugar donde queremos estar.
Hoy esta carta tiene cierto aire a
despedida, pero a la vez quizás sea, de nuevo, otro poco de aquel yo perdido y
reencontrado.
Hoy me encuentro en medio de la
nada, en algún punto entre las costas italianas, Sicilia y las costas
tunecinas, pues es uno de los destinos de este último trayecto a bordo del
Horizon. Me embarque hace un mes y parece que mi vida aquí no tiene más sentido
ya, vine en busca de algo y con ganas de perderme, y lo conseguí.
El lugar donde me encuentro no es
para nada especial, es un comedor de lo más sencillo y aburrido, me acompaña
una simple infusión, pero que como todas las que me he podido tomar aquí, muy
llena de historias, de pensamientos, de secretos, de maravillosas conversas y
de fabulosas lecciones de personas por las que siento grandiosa admiración,
aunque ellos no lo sepan aún.
En especial siento un gran aprecio
por dos personas que me han enseñado muchísimo, me han demostrado muchísimo y
aunque no lo crean, por las que siempre sentiré un respeto increíble. Ninguno
de los dos llega a los 25, pero aunque a veces no lo parezca, interiormente son
personas mucho más grandes de lo que jamás serán muchos de los que se dan de
grandes, reconocidos o ilustres. Por ello, espero que jamás pierdan esa esencia
que les hace diferentes, aunque estoy completamente seguro que jamás dejarán de
ser ellos, y si en algún momento debieran hacerlo, espero sepan valorar si
merece la pena o no. Aún les queda mucha vida por andar y les deseo un feliz y
agradable camino a ambos.
Volviendo a mi infusión, le daré un
sorbo y a ver qué es lo que me dice.
Durante este mes aquí, mis días han
transcurrido en lugares de lo más variopintos, he podido ver ciudades
maravillosas, otras que ya conocía, pero que aseguro no había disfrutado tanto
debido a que quizás no las supe valorar como debía hacerlo, no obstante,
durante mis noches, siempre intenté conectar con aquello que siempre he tenido
y que dejé olvidado, conmigo mismo.
Cada noche, buscaba entre estrellas
y destellos donde estaría mi puerto, mi norte, o simplemente la tierra que
tanto anhelo encontrar de nuevo. Cada día me maravillaba con la belleza de los
atardeceres y con la inmensidad de la oscuridad, rota solo por algunos faros
lejanos. Jamás me sentí tan cerca de la nada, como aquí me he sentido, y jamás
me he sentido tan en mí como aquí me siento, aunque parezca una locura.
Me despido ya de esta infusión y de
este viaje, pero sabiendo que no es el final del camino, sabiendo que es ahora
cuando debo volver a partir hacia un nuevo rumbo.
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