jueves, 25 de abril de 2013

Décimocuarta carta: un café con costa y sin mares...

Llevo ya casi dos semanas en tierras inglesas, y el frío, a veces demasiado intenso, hace de mi primavera un largo invierno. A pesar de ello, me voy aclimatando poco a poco a este continuo gris que casi siempre me rodea.
Hoy no me encuentro en ningún café especial, si lo comparo con los lugares que normalmente regento, aunque tampoco es un sitio aburrido o desaliñado. De éste, si algo me llama la atención, es sin duda su nombre, gracias al cual me acuerdo de mis raíces, y como no, me hace creer, más si cabe, que siempre en la costa o en Costa, podré encontrar buenos momentos, y disfrutar de mis propios pensamientos.
No son más de las siete y media de la tarde y el lugar está bastante vacío, ya que aquí al parecer a estas horas son horas de estar en casa. No obstante, aún se pueden ver algunos empresarios haciendo horas extras con sus ordenadores, alguien que escribe, alguien que mira el boceto de algo que no puedo ni siquiera imaginar. Cerca de mí, Portugal ocupa un teléfono que no deja de sonar, y debo reconocer que me gusta el acento portugués, me acerca a mi lengua materna.
Un poco mas allí, un hombre busca y rebusca en un catalogo de vehículos de segunda mano, quizás un clásico deportivo inglés para restaurar, quizás un vehículo para trabajo, no lo sé, pero seguro que en cualquier caso, la decisión será tomada con conciencia, pues es así como se dedica minutos y minutos a leer y releer y mirar y remirar cada una de las interesantes opciones. Al fondo una pareja parece disfrutar del tiempo libre del que se dispone, aunque yo, últimamente no lo tenga.
Estos días, mis horas se han hecho eternas y sin duda alguna, todo aquello que antes me hacía fuerte, parece esconderse, pero perder fuerza, cansarse e incluso desvanecerse a veces es parte del viaje y hay que saber sufrir los males del camino cuando se anda, y la verdad es que no me arrepiento para nada de lo ya andado y pase lo que pase seguiré andando, seguiré peleando, seguiré en definitiva, viviendo.
Hoy, después de días sin tiempo ni siquiera para poder reflexionar, me paro a recordar algo que escribí en otra carta, y es que cuando estés perdido, no te agobies, no te preocupes, entra en un bar, pide un café y espera a ver qué pasa. Yo debo reconocer que llevaba ya días perdido, pero no podía dedicarme minutos a mí, pero hoy parece que vuelvo a sonreír, vuelvo a ser un yo que tenía algo olvidado y ya lo echaba de menos, y curiosamente hoy volví a sentarme a leer un café.
Como ya he dicho, muy duros fueron los momentos en los que me he ido encontrando, pero a pesar de ello, he podido aprender grandes lecciones, sobretodo en mis numerosos encuentros con diferentes partes de un mundo que cada día me asombra y me fascina más, ahora, me gustaría regalaros una de las mejores frases que he oído, y estaré siempre agradecido de la persona que me la dijo, por darme energía cuando lo necesitaba, por animarme y apoyarme, por creer en mí cuando yo no creía, por hacerme orgulloso de decir que le conozco y por poder decir que aprendí de él, gracias W. Z.
“Mi éxito o mi fracaso están determinados solo por mí”
Y es totalmente cierto que solo nosotros nos determinamos el resultado logrado. Para despedirme, me gustaría exponer cual es para mí el significado de fracaso. Fracaso no es no conseguir llegar a donde quieres, fracaso no es no poder afrontar el reto, fracaso es no querer intentarlo, fracaso en la vida jamás será la muerte, fracaso en la vida siempre será no haber vivido. Vivid y sed siempre vuestra mejor versión, jamás dejéis de andar aunque las piedras hagan daño en vuestros pies y sobre todo, de tanto en tanto, dedicaros un tiempo a recordad el camino andado, porque todo ese trayecto es sin duda vuestro éxito hasta hoy.

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