Hoy me desperté tarde. Aunque no dormía, pero es que a veces
sin quererlo soñamos despiertos y siempre nos dirán que es una tontería, por
ejemplo soñar que se puede volar y cuando abres los ojos, ver y descubrir que
no tienes alas.
Es entonces cuando algunos serán capaces de reinventarse y
construir nuevos objetos con tal fin, aviones, propulsores, etc..., pero en
realidad tu pilotaras el objeto y simularas estar volando, pero jamás podrás
batir tus alas.
Hoy es de esos días en los que sin despertar, descubrí que
soñaba despierto que podía volar, pero se, que yo, aún no tengo mis alas. Así
que acepto que mi viaje será andando, a pie, y siempre con una sonrisa en mi
rostro y con paso lento pero constante.
Esta tarde el viento soplaba fuerte en la calle, pero me
dispuse a recorrer nuevas sendas. Maravillado, me detengo un instante para
escuchar el sonido de un piano en el que una dulce y triste armonía (música de
la que ya nació un desvarío). Me adentro
en el corazón de un barrio con mucha gracia, paseando, recorro calles
peatonales, plazas llenas de vida, y cuando creo que mi rumbo debe cambiar, veo
un tablero de ajedrez dibujado en el suelo de un café.
La luz dentro es tenue y difusa, todas las mesas son de
madera vieja y mármol, las sillas de madera y con aspecto añejo y en algunos
rincones un par de sillones con tapizados florales y un banco lleno de cojines.
La gente parece dedicar su tiempo al lugar, se van
incrementando el número de integrantes en cada mesa y nadie parece tener la
menor intención de salir.
Me asombro al ver algunos elementos de decoración, en las
mesas antiguas botellas de sifón, en la estantería justo detrás de la barra se
puede ver el amplio abanico de color que ofrece una luz inteligentemente
colocada detrás de las numerosas y variadas botellas de vidrio. Combinación
perfecta con el elegante blanco y negro de todo el local. Y coronando en lo
alto, se lee el nombre del lugar, "Café Pages".
Miro a mi alrededor y parece que cada rincón quiera esconder
un mini espacio diferente. Leo un sorbo del café y sigo buscando sueños, y al
ver de nuevo el suelo, no puedo dejar de imaginarme una inmensa partida de
damas o ajedrez. Unos en ataque, otros en defensa, otros miran la partida con
cara de asombro mientras otro aplauden con entusiasmo las estrategias más
arriesgadas...
En cualquier caso, es de sensatos saber que debo volver a la
realidad, debo dejar el ajedrez para otro momento ya, y proseguir con mi
camino, pero no sin antes animar a todo el mundo a querer jugar. Debe dar igual
el juego o el objetivo, a veces solo por el hecho de querer jugar una partida,
de participar en ella, de querer disfrutarla junto a alguien, se crea el
momento idílico en el cual, el juego, la ficción o el sueño se acaban convirtiendo
en realidad.
Yo mientras, agarraré mi mochila y me la cargaré al hombro
para partir en busca de juegos que compartir y de las plumas que tanto necesito
para mis alas... Buenas noches.
No hay comentarios:
Publicar un comentario